Por Adrien Cherqui
Traducción Ulises Aquino
Passage au crible n°108
Source: Flickr
El 19 de febrero de 2014 concluyó el proceso de mediación, al término del cual los dirigentes de Apple y de Samsung Mobile Communications debían negociar un acuerdo. Recordemos que esta tentativa de compromiso lanzada en enero 2014 por el tribunal de San Diego, incitaba a los dos grupos a encontrar un arreglo para evitar un nuevo proceso.
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De acuerdo con el bufete de estudios IDC, más de mil millones de smartphones se vendieron en 2013, 38% más que en 2012. Tres firmas ocupan actualmente el pódium de ventas mundiales. En términos de participación en el mercado, obtenidos en 2013, Samsung tiene 31.3%; con 313.9 millones de unidades vendidas; Apple que ha vendido 153.4 millones de iPhones, conquistó 15.3%. EN cuanto al tercero, la china Huawei, se sitúa aún lejos de estos dos con sólo 48.8 millones de ventas equivalentes a 4.9%.
Nacido el 6 de marzo de 1983, con el primer dispositivo de comunicación sin cable fabricado por Motorola, el sector de la tecnología móvil se construyó sobre la innovación y el desarrollo de nuevas normas técnicas. La popularización de los teléfonos móviles durante la década de los noventa y la aparición de estándares innovadores como el GSM (Global System for Mobile Communication), el 3G y posteriormente el 4G, hicieron posible la integración de innumerables servicios tales como la explotación de contenidos audiovisuales, aplicaciones y navegación en la web. Estos últimos, son plenamente explotados actualmente por los smartphones. Profundamente transformado por esos múltiples cambios, el sector de las telecomunicaciones históricamente se ha organizado alrededor de algunos fabricantes. Muchos de ellos como Nokia, Huawei, Samsung, LG y más recientemente Apple – con la llegada en 2007 del primer iPhone, el cual ha popularizado estos productos – constituyen actualmente un verdadero oligopolio. Este se caracteriza por una competencia exacerbada, notablemente en la investigación y el desarrollo. En este contexto, las dinámicas competitivas inducen un uso ilegal de patentes pertenecientes a grupos rivales.
Los dos gigantes, Samsung y Apple, se enfrentan así ante la justicia desde el mes de abril 2011 en múltiples casos. La deliberación más emblemática sigue siendo la de agosto 2012 en la cual un jurado condenó a la surcoreana Samsung a pagar más de mil millones de dólares a Apple por la violación de patentes relativas a las iPads y iPods. Durante el transcurso de esos procesos jurídicos, Samsung reprochó principalmente a Apple haber explotado tecnologías y normas técnicas que él había patentado. Por su parte, Apple estima que Samsung plagió el diseño de sus iPhones y de sus iPads, así como su interfaz con las gamas Galaxy S y Galaxy Tab. Pero más allá de una competencia que pudiéramos considerar restringida a esas dos empresas, el asunto en curso apunta igualmente a uno de los sistemas de explotación que compite con el iOS de Apple: Android de Google utilizado en gran medida por Samsung.
Más recientemente, en junio 2013, la batalla jurídica entre las dos grandes de la telefonía móvil fue llevada ante la USITC (United States International Trade Commission), una agencia federal competente en materia de desacuerdos comerciales. Esta instancia reconoció que la estadounidense Apple violó uno de los títulos de propiedad esenciales de Samsung. La USITC prohibió entonces la importación, la venta y la distribución por Apple de aparatos de comunicación sin cable y de dispositivos musicales portátiles. Sin embargo, esta decisión nunca se ejecutó. En efecto, el 3 de agosto de 2013, el Presidente Barack Obama y su administración la censuraron, situación que generó una enérgica respuesta de las autoridades coreanas.
1. La transnacionalización del mercado de la tecnología móvil. Las empresas transnacionales responden a lógicas de producción particulares, dando lugar a cooperaciones en materia de investigación-desarrollo. Pero la mutualización de los recursos, la reducción de costos y el aumento de la productividad condenan entonces a estos competidores a una mayor integración.
2. El poder estructural de las firmas transnacionales. Actores primordiales de la escena mundial, ciertas marcas de alta tecnología detentan la capacidad de reconfigurarse en un sector distinto, imponiendo algunas de sus elecciones. Este cambio estructural – para retomar la expresión de Susan Strange – da forma y determina las estructuras de la economía global en el seno de la cual otros grupos evolucionan.
La telefonía móvil se presenta como una industria dinámica en el seno de la cual numerosos operadores económicos interactúan. Estos últimos poseen recursos que les permiten estar en la convergencia de tres industrias: la telefonía móvil, el hardware y el software, dicho de otra manera, el material y el sistema operativo. La globalización y el auge de las tecnologías innovadoras determinan entonces a las empresas para volverse hacia nuevos modelos económicos. Así, estos implican la optimización de su crecimiento, una mejor reactividad y una mayor competitividad. Notemos por otra parte una producción concebida inicialmente para los mercados nacionales, trasformados actualmente en una organización vuelta hacia un mercado globalizado. Este cambio estructural impulsado por la globalización condujo a este sector industrial a su transnacionalización y a las relaciones complejas que mantienen Samsung y Apple.
Dotada de una experiencia superior a Apple, Samsung opera en todas las etapas de elaboración de las computadoras, de las tablets o bien de los smartphones. Del procesador a la pantalla, pasando por el software, dispone de los recursos necesarios para la producción de aparatos high-tech y domina por mucho toda la cadena de producción. Aunque este grupo surcoreano se muestra como un competidor mayor de la estadounidense Apple, las lógicas de cooperación se establecen paradójicamente. Recordemos que el procesador A5, concebido por Apple y producido por Samsung, sigue siendo una pieza central del iPad 2 y del iPhone 4S. Además, la PUCE A8 que equipará los siguientes aparatos de Apple, será fabricado por el grupo TSMC (Taiwan Semiconductor Manufacturing Company). Sin embargo, la firma estadounidense no abandona al grupo surcoreano que seguirá siendo responsable de entre 30% y 40% de la producción de ese componente, a fin de evitar cualquier penuria.
La interdependencia caracteriza actualmente la fabricación del material informático utilizado para concebir los teléfonos móviles y las tablets. En otros términos, Samsung entrega sus conocimientos técnicos y sus capacidades industriales a Apple, mientras que ésta ofrece un nuevo mercado. Se trata de un capitalismo de alianza, un fenómeno bien caracterizado en su tiempo por el economista estadounidense John Dunning. Dicho de otra forma, la dupla rivalidad-cooperación estructura sin embargo las nuevas relaciones entre firmas.
Esta lógica de producción se acompaña de una difusión de tecnologías que participa de la redistribución del poder en el seno de la telefonía móvil. Las características altamente competitivas de este sector han en efecto conducido al uso de ciertas patentes estándar, volviéndose indispensables. Este uso anteriormente común se institucionalizó. Durante los primeros procesos oponiendo a Apple, Samsung notablemente hizo referencia a patentes ligadas a las transmisiones 3G, calificadas de standard essential patents. Así, esta práctica se parece a eso que el sociólogo Ulrich Beck califica de derecho privado y que vale aquí para las normas técnicas, lo que muestra la relativa impotencia del actor estatal y desafía el concepto de Estado legislador.
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Mosca Marco, « Les tops et les flops du marché des smartphones en 2013 », Challenges, 28 janvier 2014, disponible à la page : http://www.challenges.fr/high-tech/20140128.CHA9712/samsung-apple-huawei-lg-les-tops-et-les-flops-du-marche-des-smartphones-en-2013.html
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Strange Susan, Le Retrait de l’État. La dispersion du pouvoir dans l’économie mondiale, trad., Paris, Temps Présent, 2011.
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