Por Josepha Laroche
Traducción : Daniel Del Castillo
Passage au crible n°4
Source : Wikipedia
Alemania, Europa y cada uno de sus Estados miembros celebran, este 9 de noviembre de 2009, el aniversario 20 de la caída del Muro de Berlín. Este evento marcó simbólicamente el final de la Guerra Fría.
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> Análisis
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Decidida por la RDA (República Democrática Alemana), la construcción del Muro de Berlín (12 al 13 de agosto de 1961) aspiraba dar un término definitivo a la emigración de sus nacionales hacia Alemania Occidental. Sus salidas masivas perjudicaban directamente la credibilidad incluso la viabilidad misma de Alemania del Este : en quince años, tres millones de alemanes emigraron del Este hacia el Oeste. Calificado de muro de la vergüenza por los occidentales, fue al contrario llamado muro de la paz por los comunistas. El presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy, de viaje en Berlín-Oeste, el 25 de junio de 1963, insistió en aquella época en manifestar la solidaridad norteamericana hacia la población alemana, declarando con mucho énfasis: “Ich bin ein Berliner”.
Desde el verano de 1989, el éxodo de los alemanes del Este, que atravesaban Hungría para llegar al territorio de la RFA (República Federal de Alemania), marcó una etapa decisiva. El 9 de noviembre de 1989, el Muro y la frontera inter-alemana fueron entreabiertos gracias a una decisión del gobierno Este-alemán. En un principio, tanto el proyecto Modrow de Comunidad Contractual, como el de Estructuras Confederativas del canciller de Alemania federal, Helmut Kohl, tuvieron como objetivo a largo plazo, la reunificación de Alemania. Sin embargo, la victoria electoral conseguida en RDA, el 18 de marzo de 1990, por los partidarios de una integración rápida a la RFA, transformó el esquema de evolución. Ésta marcó un cambio radical que consolidó la desaparición de la RDA. Esta elección adquirió el valor de un plebiscito y fue rápidamente evidente que la Alemania unida se formaría a partir de la adhesión de la RDA a la RFA, y no por una fusión del Este con el Oeste. Este proceso fue ratificado por los dos tratados inter-alemanes del 18 de mayo y del 31 de agosto de 1990, el primero se refiere a la unión monetaria, económica y social, el segundo trata de la unidad alemana.
Fue el artículo 23 de la Ley Fundamental de la República Federal (1949) el que finalmente constituyó el instrumento jurídico de la reunificación. Ofrecía el beneficio político de una solución ya que preveía que las disposiciones de esta legislación se extendiesen igualmente a la parte oriental de Alemania después de su anexión. Además, esta opción no involucraba los compromisos internacionales de Alemania Occidental y no debilitaba su posición en la armonía de los Estados.
La caída del Muro de Berlín resalta dos cuestiones fundamentales:
1. El final de la bipolaridad mundial. Durante muchas décadas, la bipolaridad mundial se caracterizó por la supremacía de los Estados Unidos y de la URSS, dos unidades diplomático-estratégicas detrás de las cuales se organizaron todas las otras. Desde el final de la guerra, esta configuración interestatal suscitó una buena cantidad de modelizaciones en las obras de los teóricos de las Relaciones Internacionales. Entre ellos, mencionemos principalmente a Hans J. Morgenthau, el fundador de la escuela realista, que analizó la política de los bloques en su obra canónica, Politics Among Nations (1948). Citemos también al teórico realista Raymond Aron que, en Paz y Guerra entre las Naciones (1962), reinterpretó la obra de Tucídides La Guerra del Peloponeso, para entender mejor el famoso “condominio americano-soviético” y caracterizar la bipolaridad mundial por la célebre fórmula: “guerra imposible, paz improbable”. En 1979, el neo-realista Kenneth Waltz, consagró igualmente largos desarrollos a esta configuración. De esta manera, en Theory of International Politics, insistió que ésta procuraba mayores beneficios, en términos de : 1) estabilidad, previsibilidad y equilibrio del sistema internacional, 2) reducción de las interdependencias, tanto económica como diplomático-estratégica, 3) protección de la paz mundial. Desde este punto de vista, Waltz se complacía resumiendo su tesis en la siguiente broma: “smaller is better […] two is best of all, Más pequeño es mejor, dos es mejor que todo”.
Sin embargo, este principio de regulación internacional instaurado al finalizar la Segunda Guerra Mundial el equilibrio del terror entre los dos bloques desaparece con el Muro. Desde entonces, ¿cómo se estructuran las Relaciones Internacionales? Después de la transformación histórica del año 1989, la reflexión de los teóricos pero también aquella de los políticos se centró principalmente sobre esta cuestión. ¿El sistema internacional adoptaría la forma multipolar, la repartición del poder entre diferentes polos o al contrario la forma de la hegemonía total de la superpotencia norteamericana? ¿La arena mundial estaría gobernada por el excepcionalismo de los Estados Unidos o sería labrada por un multilateralismo emergente? Por su parte, los teóricos transnacionales insistieron más bien en el peso determinante de los actores no-estatales y en el estudio indispensable de los flujos que superan los marcos estatal-nacionales.
2. La reunificación de Alemania plantea, en términos innovadores, el tema de la integración europea. Modificando los equilibrios internos, propios del conjunto comunitario, la reunificación nos incita a pensar en la capacidad de la Unión Europea para poner en obra una política exterior bien establecida, susceptible de modificar la situación mundial.
La caída del Muro de Berlín ilustra de manera ejemplar una repartición mundial de la autoridad política, efectuada tanto por las altas instancias como por la base social.
Desde las altas instancias (macro). La Unión Soviética y las autoridades comunistas de la RDA permitieron que miles de berlineses atravesaran el Muro sin derramamiento de sangre para escaparse al Oeste. Al hacer esto, reconocieron simbólicamente su derrota en el combate ideológico, económico y político que los había enfrentado al bloque occidental, durante los decenios anteriores. De hecho, tolerando esta transferencia masiva de población, permitieron de manera implícita una transferencia irreversible de autoridad, a beneficio de la RFA únicamente. Más allá del triunfo de este Estado, reconocieron además el triunfo del bloque occidental en su totalidad.
Desde la base social (micro). Los miles de alemanes del Este que pasaron al Oeste ilustran de maravilla el impacto de las famosas “fuerzas subyacentes”, analizado por el politólogo norteamericano James Rosenau. En este caso, esta expresión designa movimientos sociales, capaces de iniciar y de verse beneficiados por una re-atribución de la autoridad política a nivel mundial. Este cambio radical internacional en 1989 y aquellos que siguieron posteriormente la implosión de la Unión Soviética, la desaparición del CAME o Comecon (Consejo de Ayuda Mutua Económica) o incluso aquella del Pacto de Varsovia insisten en efecto sobre la habilidad de los Sovereignty Free Actors (actores libres de soberanía), para imponerse sobre la arena internacional exigiendo finalmente que los Estados cedan con ellos.
La caída del Muro de Berlín es entonces una nueva distribución del poder que se esboza a escala internacional. Si duda alguna, testifica de una reorganización del orden interestatal y jerárquico, pero también demuestra una nueva dinámica relacional, establecida entre las colectividades dirigentes y los ciudadanos. Desde ahora, habrá que contar con este mixing micro-macro y los nuevos criterios de legitimidad que éste implica.
Aron Raymond, Paz y Guerra entre las Naciones, [1962], 8va ed., París, Calmann-Lévy, 1984.
Morgenthau, Hans J., Politics Among Nations, [1948], 6ta ed., New York, McGraw-Hill, 1985.
Rosenau James, Turbulence in World Politics, a Theory of Change and Continuity, New York, Harvester, 1990.
Taylor Frederick, Le Mur de Berlin, trad., París, Jean-Claude Lattès, 2009.
Waltz Kenneth, Theory of International Politics, New York, McGraw-Hill, 1979.