Por Philippe Hugon
Traducción Ulises Aquino Jiménez
Passage au crible n° 99
El 5 de diciembre de 2013, en virtud del capítulo VII de la Carta, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas votó de manera unánime una resolución autorizando una intervención francesa en República Centroafricana para restablecer el orden, asegurar las carreteras, permitir el acceso humanitario y facilitar el regreso de los civiles a sus poblados. Por otro lado, el texto oficializa la presencia de la MISCA (Misión Internacional de Apoyo a la República Centroafricana) ya en marcha con 2,500 hombres. Esta fuerza deberá aumentar rápidamente sus efectivos hasta los 3,600 hombres. Con una duración de 12 meses, el mandato prevé la posibilidad de enviar entre 6,000 y 9,000 cascos azules. Al término, el objetivo declarado consiste en restaurar el orden constitucional y permitir elecciones antes de febrero 2015. Naturalmente, esta finalidad implica el desarme previo, el acantonamiento y el desmantelamiento de las tropas armadas.
Después de la operación Serval emprendida el año pasado en Malí, Francia se encuentra así en primera línea y en situación de gendarme de África con la operación Sangaris que va a aumentar sus efectivos de 400 a 1200 hombres.
> Contexto histórico
> Marco teórico
> Análisis
> Referencias
Contexto histórico
Con un territorio equivalente al de Francia, pero poblado por menos de 5 millones de habitantes, la República Centroafricana figura desde su independencia entre los países más pobres del mundo, también asolado constantemente por las crisis y los golpes de Estado. Recordemos en efecto que de los 8 jefes de Estado que se sucedieron, sólo Patassé llegó al poder por las urnas, en 1993. La decadencia de la instancia estatal ha facilitado el incremento de poder de referentes étnico regionales que se contraponen a la construcción de una voluntad nacional de vivir. Las riquezas del subsuelo (diamantes, uranio, petróleo, oro) y del suelo (algodón, madera) alimentan el contrabando a través de fronteras porosas y constituyen – notablemente por los diamantes – medios de financiamiento para los diversos grupos rebeldes.
La Seleka se formó en agosto 2012. Se presenta como una coalición de múltiples partidos políticos y de fuerzas rebeldes, que se oponen al presidente François Bozizé, venida del norte y compuesta esencialmente de musulmanes. En diciembre pasado descendió hasta las puertas de Bangui y participó en los acuerdos de Libreville de enero de 2013. El 23 de marzo de 2013, François Bozizé fue cazado por la fuerza Seleka y por Michel Djotodia, uno de los jefes rebeldes que se autoproclamó jefe de Estado, el 25 de marzo, todo lo anterior manteniendo en su lugar al Primer Ministro, Nicolas Tiangaye. Sólo África del Sur apoyó al presidente Bozizé. Chad y Sudán por el contrario favorecieron el arribo al poder de Djotodia. En cuanto a Francia, consideró que el conflicto correspondía a la política interior de República Centroafricana, en consecuencia no debía intervenir, salvo para proteger los 1,500 ciudadanos franceses, garantizar la seguridad de Bangui y controlar el aeropuerto, vital para la economía del país.
Después de la toma de poder mediante las armas, no solamente la mitad de la población se encuentra en una fuerte inseguridad alimentaria, sino que se cuentan más de 400,000 desplazados y 70,000 refugiados. Por otra parte, constatamos numerosas violaciones a los derechos humanos como el reclutamiento de niños soldados, violaciones y asesinatos. Los enfrentamientos han tomado una dimensión étnico regional y religiosa, a pesar del rol pacificador jugado por los diferentes responsables religiosos. Así por ejemplo, las atrocidades cometidas por los rebeldes de la antigua Seleka han conducido a la creación de grupos creyentes de autodefensa (antibalaka). Los elementos constitutivos de una guerra civil, es decir de una situación de genocidio, estarían reunidos, según el Ministro de Asuntos Exteriores de Francia, Laurent Fabius. Todas fuentes de preocupación mencionadas previamente en el reporte publicado por el International Crisis Group, en junio 2013.
1. Un Estado fallido sobrepasado por las fuerzas infraestatales. Estado enclavado, la República Centroafricana está rodeada por ocho países en situación de fuerte inestabilidad. Los conflictos que ella conoce, refieren a la criminalidad, a la extrema pobreza y a la marginalización de las poblaciones del norte. Las rivalidades entre grupos infraestatales buscan el control de recursos tales como el algodón y la madera, pero mucho más los diamantes, el uranio, el petróleo y el oro.
2. La incapacidad de las fuerzas regionales. Frente a la falla total del Estado centroafricano, incapaz de asegurar sus funciones regulatorias, las fuerzas africanas parecen mal equipadas, mal entrenadas y poco movilizadas. De hecho, se encuentran en la imposibilidad de asegurar el orden y evitar el caos. Frente a la ausencia de Europa, y teniendo en cuenta el retiro estadounidense de la zona, Francia, antigua potencia colonial, se ve obligada a intervenir en términos de mantener el orden, sin que signifique apoyar el régimen vigente.
Análisis
La decadencia del Estado centroafricano, la criminalidad y la extrema pobreza de la población están directamente ligados al reto que representan los recursos naturales, notablemente los diamantes que se extraen por 80 a 100,000 mineros. Esta piedra preciosa, controlada por las fuerzas políticas y las milicias, es en efecto objeto de considerable tráfico de contrabando, facilitados por la porosidad de las fronteras. La República Centroafricana ilustra por otro lado la dimensión regional de los conflictos africanos. Sobre un territorio de más de 600,000 km2 no controlados, podemos notar las consecuencias del conflicto en Darfur y Sudán del Sur, la “santuarización” de los opositores en Chad y la presencia del Ejército de Resistencia del Señor de Konny proveniente de Uganda. Constatamos igualmente el impacto de los conflictos propios a la RDC. Según el International Crisis Group, existiría también una infiltración de miembros de Boko Haram provenientes de Nigeria.
Además, la República Centroafricana revela el debilitamiento de los ejércitos regionales africanos (logística, financiamiento, implicación, claridad de mandato). Dado que los conflictos revisten todos una dimensión regional, basta con un evento local para afectar rápidamente toda la región. Así entendemos entonces en que medida todos estos obstáculos impiden la instauración de una pax africana.
Este país muestra adecuadamente las contradicciones en las que Francia se encuentra, obligada a intervenir a pesar de ella misma, confrontada a las dificultades de ganar durablemente la paz y de permitir a los actores africanos construir una seguridad perdurable. Ciertamente, el Estado Francés interviene con el apoyo del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Efectivamente, ejerce funciones regulatorias – moneda, ejercito – y substituye así a algunos Estados en decadencia, alguna vez sus antiguas colonias. Pero los costos de tales compromisos parecen muy elevados, aún cuando sus intereses económicos se encuentran esencialmente en los países anglófonos, incluso lusófonos. Finalmente, la situación actual en República Centroafricana señala de nuevo la ausencia de Europa, aún cuando ésta participa en el financiamiento de las operaciones. París se encuentra una vez más aislada frente a una Europa que proclama su compromiso con los derechos humanos, sin por lo tanto implicarse en eso que consideran frecuentemente como el “atolladero africano”.
Referencias
Hugon Philippe, “Le rôle des matières premières dans les conflits africains”, in : Vettoglia Jean-Pierre (Éd.), Les Déterminants des conflits, Bruxelles, Bruyland, 2013, pp 213-224
Hugon Philippe, Géopolitique de l’Afrique, 3e ed., Paris, A Colin, 2012.
International Crisis Group, “Rapport sur la crise de la Centrafrique”, juin 2013.