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PAC 148 – La limitación de las soberanías estatales frente al cambio climático La COP22 en Marrakech

Por Philippe Hugon
Traducción : Duly Albarracín
Passage au crible n°148

Source: Flickr

La COP22 se realiza del 7 al 18 de noviembre en Marrakech. Esta tiene por objetivo transformar, en acciones concretas, los principios establecidos por la COP21. Esta cumbre se desarrolla en tanto los escépticos del cambio climático han casi que desaparecido del campo científico. Sin embargo, su tesis es defendida en los países industrializados por ciertos movimientos populistas y por dirigentes políticos que buscan captar voces (Sarkozy en Francia, Trump en Estados Unidos). Como a lo anterior, la COP22 se enfrenta a la cuestión de la deuda climática y a la repartición de su financiamiento.
Contexto histórico
Marco teórico
Análisis
Referencias

Contexto histórico
La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), firmada en Rio de Janeiro en 1992, fue puesta en marcha en 1994 por la Conference of Parties, también llamada COP.
El Protocolo de Kyoto de 1997 representó, para entonces, un gran avance. Entrado en vigor en 2005 después de haber sido ratificado por 175 países, mantuvo la “responsabilidad común y diferenciada” e introdujo el principio de derechos de emisión. Pero los países emergentes fueron eximidos de límites de reducción de GEI (Gases de efecto invernadero). Además, este tratado no tomó en cuenta las “emisiones virtuales” o las fugas de carbono ligadas al comercio internacional. Por último, cabe recordar que Estados Unidos se negó a ratificarlo. A los MDL (Mecanismos de desarrollo limpio) les fueron impuestos límites en lo que concierne a África. En cuanto a la reunión de Copenhague, esta acabó siendo un fracaso en 2009.
Por el contrario, el acuerdo de la ONU sobre el clima firmado en diciembre de 2015 (COP21) registró un progreso. Este fue el de limitar a 2 grados centígrados el calentamiento global para 2050, de reducir las emisiones de CO2 en un 50% para 2100, y en un 100% para 2100. Este texto previó unos mínimos de financiamiento anual global de 100 mil millones de dólares por año para un grupo de 77. Fue aprobado por unanimidad de 196 delegaciones, lo que constituye un éxito diplomático obtenido al precio de importantes concesiones, a las que se suman promesas no controladas. Si bien reposa sobre bases justas, no es tan sólido en cuanto a los compromisos y las medidas concretas a realizar. Asimismo, la negociación, con respecto a la transparencia, resultó siendo un fracaso. No obstante, este documento fue ratificado por los grandes emisores de GEI y por un número suficiente de Estados para que entrara en vigor.
Si bien es imposible que la COP22 pueda gozar del mismo reconocimiento mundial que la COP21, aun así, esta se desarrolla simbólicamente en Marruecos, país modelo en materia de transición energética. En este Estado, la electricidad depende un 97% de las importaciones en tanto el consumo de energía crece 7% por año. Así, el objetivo consiste en aprovisionar la electricidad por medio de energías renovables y en reducir las emisiones de GEI un 32% para 2030. Además, 64% de la inversión relacionada al cambio climático está dirigida a la adaptación y a la transición energética hacia recursos renovables (solar, eólica), siendo esta del 9% de las inversiones a nivel mundial.
En el seno de las Naciones Unidas, el paso de los ODM (Objetivos de Desarrollo del Milenio) a los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) significa para todos un cambio de paradigma que concierte tanto al Norte como al Sur.

Marco teórico
Las conferencias climáticas se remiten a dos orientaciones principales.
1. Las estrategias desplegadas frente a los riesgos climáticos. ¿Hay que prevenir las amenazas por medio de estrategias proactivas o principios de precaución? ¿Hay que poner en marcha mecanismos de compensación o favorecer, más que todo, la adaptación, la resiliencia (capacidad de responder a los impactos) y la mitigación (atenuación de los efectos de los daños)? ¿La gestión medioambiental concierne prioritariamente a los actores locales o implica el conjunto de partes interesadas de la escena mundial?
2. La ausencia absoluta de autoridad con supremacía a los Estados en materia climática. Conformado por un conjunto de Estados soberanos, el marco multilateral clásico parece insuficiente para responder a los desafíos medioambientales y climáticos. No existe una autoridad supranacional ni una organización mundial del medio ambiente que proteja y administre los bienes públicos mundiales.

Análisis
Ya no cabe duda en cuanto al impacto reciente y futuro dentro de la comunidad científica. El recalentamiento a nivel mundial ya está estimado en 0,6 grados en un siglo. Los fenómenos extremos se traducen notablemente en sequías o inundaciones. Estos también implican la reducción a largo plazo de precipitaciones en las regiones áridas. Los efectos de estas amenazas climáticas son muy conocidos en términos de desertificación, estrés hídrico, vulnerabilidad de la agricultura, de fragilidad de las pequeñas islas y de las ciudades costeras. Después de todo, estos alteran la salud pública y los flujos migratorios a escala mundial.
Las emisiones de GEI se cuadriplicaron entre 1959 y 2014, en tanto que la población mundial pasaba de ser 3 a ser 7,2 mil millones. Estas aumentaron de 3 a 5 toneladas por individuo. Se evidencia entonces un cambio territorial de los emisores. En efecto, los países desarrollados representaban, en 1990, dos tercios de las emisiones mientras que, actualmente, los países del sur – principalmente los países emergentes – constituyen cerca de la mitad de ello. Sin embargo, un habitante en los países del Norte emite 10,8 toneladas de GEI y en el Sur produce no más de 3,5 toneladas. Por su parte, África subsahariana presenta una emisión de 0,87 toneladas de CO2 por habitante.
Pero estos datos, expresados en términos de territorialización de las emisiones, deben ser corregidos de dos maneras:
 No incorporan el agotamiento de recursos forestales (sumideros de carbono), recursos energéticos no renovables que son, en lo esencial, exportados. Por ejemplo, en África, el ahorro neto ajustado (ahorro nacional – (emisión de CO2 + agotamiento de recursos energéticos, forestales y minerales)) resultó negativo en el periodo 2007-2009. La República Democrática del Congo, el Congo, Nigeria y Angola presentan el mayor ahorro neto negativo.
 No toman en cuenta el impacto del comercio exterior y la deslocalización de los emisores de GEI en el contexto de la mundialización, considerando el incumplimiento de normas medioambientales por las firmas transnacionales y el riesgo de dumping medioambiental. Además, conviene integrar el contenido en GEI de las importaciones y exportaciones después de calcular el componente de la huella de carbono de diversos segmentos en el seno de las cadenas mundiales de valores. Estarían en último lugar la deslocalización y la externalización de contaminaciones climáticas que relativizan fuertemente las virtuosas declaraciones formuladas por los territorios del Norte.

Ya que las cuestiones climáticas son tratadas con independencia del carácter transnacional de las firmas, la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático se encuentra muy desconectada de las negociaciones comerciales, notablemente al interior de la OMC, o de acuerdos de múltiple asociación. Por tanto, convendría conectar la protección del ambiente, el comercio y la inversión en el marco de la mundialización de la economía de mercado. Ahora bien, las negociaciones y los acuerdos internacionales privilegian la soberanía nacional en lugar de tomar en cuenta las interdependencias existentes entre los actores presentes a diversas escalas territoriales que van del nivel mundial a nivel de naciones, de regiones y de colectividades locales.
Por otra parte, las transiciones energéticas difieren entre los estadios de desarrollo alcanzados por los diferentes países. Los países africanos podrían, por ejemplo, realizar más fácilmente un crecimiento verde gracias a la diversidad de sus socios, a las revoluciones tecnológicas que reducen los costos y a la posibilidad de eludir fases, sin tener que administrar infraestructuras pesadas que dependan fuertemente de energías fósiles. Estos pasos diferenciados supondrían el apoyarse sobre actores públicos pero también no estatales, con la condición de beneficiar financiamientos ad hoc no reducibles a transferencias de fondos acaparados por Estados rentistas. La COP22 debe permitir afrontar todas estas situaciones.

Referencias

Hugon Philippe, Afriques entre puissance et vulnérabilité, Paris, Armand Colin, 2016.
Nations Unies Commission économique pour l’Afrique, Vers une industrialisation verte en Afrique, New York, 2016.
Stern Nicholas, Why Are we waiting? The Logic Urgency and Process of Tackling Climate Change, Cambridge, (Mass.) MIT Press, 2015.