Por Moustafa Benberrah
Traducción : Roberto Hinestrosa Mejía
Passage au crible N°139
Source: Pixabay
El sábado 18 de octubre, el ministro de comercio argelino Bekhti Belaïb anunció que su gobierno había solicitado un préstamo ante la República Popular de China (RPC) con el fin de financiar “ciertos grandes proyectos de infraestructura”. Su homólogo de industria y minas, Abdessalem Bouchareb, añadió ese mismo día que hay negociaciones en curso sobre un proyecto chino-argelino de ensamblaje de vehículos. Al hacerlo, el responsable político lanzó un llamado a desarrollar actividades de subcontratación de las piezas de repuesto en Argelia, recordando así la importancia de la experiencia china en aquel campo. Luego de una conferencia de prensa organizada junto a Lyu Xinhua, presidente del Consejo para la promoción de la cooperación sur-sur de China, Bouchareb incluso alentó a firmas chinas a participar en la explotación del yacimiento de hierro de Gara Djebilet (Tindouf), la cual exige el uso de tecnología de punta y de recursos financieros considerables.
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> Marco teórico
> Análisis
> Referencias
Contexto histórico
Mencionemos en primer lugar algunos elementos coyunturales que no permitan entender que Argelia requiera un endeudamiento. Según cifras del Banco de Argelia, la deuda externa del país se estima en 3,7 mil millones de dólares (2,27% del Producto Interno Bruto), mientras que las reservas de cambio se elevaban en junio pasado a 159 mil millones de dólares. Por un lado, la caída del precio del petróleo afectó la economía argelina, basada principalmente en el sector de los hidrocarburos, conduciendo al gobierno a congelar numerosos proyectos de desarrollo. Se optó entonces por un aumento de los precios de la electricidad y del carburante en el marco de la ley de finanzas de 2016. Además, el artículo 66 de dicho texto prevé la apertura del capital de las empresas públicas y su cesión total a los socios al cabo de cinco años, lo que relanza la dinámica de privatización. En pos de una justificación, el ministro de finanzas evoca una gestión “prudente” de los recursos del Estado.
Por otro lado, conviene anotar la desaceleración del crecimiento del PIB chino: según cifras oficiales publicadas en octubre de 2015, esta se estima en 6,9% anual en el tercer trimestre del año. Se trata del rendimiento más bajo desde la crisis financiera de 2009. Eso significa que el país se encuentra en apuros. La producción industrial, la cual conoció en septiembre pasado una sensible baja, lo demuestra claramente. De tal manera que las ventas al por menor, consideradas como el barómetro del consumo de los hogares chinos, conocieron tan sólo un aumento limitado del 10,9% en 2015. Dicha recesión condujo entonces a la República Popular a intensificar sus intercambios con ciertos de sus socios, tal y como sucede con Argelia. La primera ha buscado sobre todo diversificar sus actividades más allá de sectores como la construcción, las obras públicas e hidráulicas, abriéndose por ejemplo hacia las industrias mecánica y electrónica, la siderurgia y también la minería.
Marco teórico
1. La monetización de una economía emergente. Asistimos hoy en día al traspaso cada vez más frecuente de las funciones básicas del Estado a intermediarios, aunado a una división de las prerrogativas: por un lado, la transformación de los medios de producción y de transporte, y por el otro la monetización y financiación de la economía. De hecho, el detentor de capital asegura su dominación disponiendo de la capacidad de imponer sus condiciones.
2. Una alianza donde todos ganan. Ante el estallido de su burbuja financiera, China busca consolidar sus alianzas con el fin de mantener su dinamismo económico. Recordemos que una relación semejante se fundamenta en la especialización poscolonial establecida entre los proveedores de materias primas y los tratantes de productos manufacturados y de servicios. Esa lógica permite entender la reestructuración china en África y en Asia, caracterizada por sus prácticas de straddling, las cuales excluyen toda distinción entre lo público y lo privado, el Estado y el mercado, entre las redes de poder y las de acumulación económica.
Análisis
Conviene señalar que los países emergentes, así como China, están siendo fuertemente afectados por la tercera fase de la crisis financiera mundial iniciada en el 2007. Aquella secuencia que coincide con el desplome de los precios de las materias primas es la prosecución del estallido de la burbuja financiera intervenida en Estados Unidos en 2008 y de sus impactos sobre la deuda europea en 2011. Según la firma Goldman Sachs: “la gran incertidumbre en cuanto a las recaídas y el debilitamiento de las economías de los países emergentes, la caída de los precios de las materias primas y potencialmente el alza de las tasas de interés estadounidenses, han infundido nuevas inquietudes en cuanto a la perennidad del alza de los precios de los activos, marcando una nueva etapa de la crisis financiera mundial”.
Para hacerle frente esa situación, la República Popular busca reforzar sus relaciones comerciales con sus socios para responder a los imperativos de una competencia mundial. Razón por la cual sus actividades pasan a ser transnacionales con el fin de establecer una coherencia entre sus políticas nacionales y las exigencias internacionales. Citemos la creación del Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (BAII en sus siglas en francés) el 29 de junio de 2015, la cual exigió la movilización de 800 mil millones de dólares al año destinados a la inversión. Esa iniciativa expresa la ambición china de proponer una alternativa a otros socios capitalistas como el Banco Mundial o el Banco Africano de Desarrollo. Semejante dispositivo corresponde a tres necesidades de la RPC: 1) reforzar su rol diplomático, 2) establecer sus reservas de cambio con el fin de confortar el yuan, y 3) ofrecer a sus grupos enfocados en la construcción, y en las obras públicas e hidráulicas, relevos transnacionales de crecimiento.
Esa política se inscribe en la continuidad del proceso de la nueva ruta de la seda (para China, un fondo estimado en 40 mil millones de dólares), así como del banco de los BRICS (Brasil, Rusia, China, India y Suráfrica). Si bien esos mediadores disponen de un poder estructural que refuerza su ascendente político y su legitimidad, Philip Cerny constata que el Competition State resiste y mantiene su dominación a través de las asociaciones público-privadas. Según esta perspectiva, el gobierno chino multiplica las medidas de ayuda como la eliminación de deudas y los préstamos con bajas tasas de interés susceptibles de atraer a países en vías de desarrollo. En este sentido, las relaciones privilegiadas que mantiene la RPC con Argelia desde 1958 – y el hecho de que sea el primer proveedor en materia de comercio exterior de Argelia – facilitan ese tipo de cooperación.
Para justificar su recurso a la deuda, el gobierno argelino avanza por su parte desarrollando grandes proyectos en curso atribuidos en su mayoría a firmas chinas, empleando en el territorio nacional a más de 40 mil obreros. Además, las autoridades indican que ese hecho debería contribuir a reforzar la producción, asegurando al mismo tiempo ingresos indispensables para reembolsar la deuda y procurando excedentes para cubrir los sectores en déficit. No obstante, subrayemos que un estudio del Banco Africano de Desarrollo (BAFD), publicado en 2012, mostró que Argelia había concedido 20 mil millones de dólares en contratos a empresas chinas entre 2002 y 2012, sin que se viera beneficiada por lo tanto la tasa de empleo en modo significativo.
Por consiguiente, compañías chinas como la China State Construction Engineering Corp (CSCEC) aparecen claramente como los principales beneficiarios de aquella ayuda financiera en búsqueda de fortalecer la economía argelina. Colaborando con grandes bancos en su país de origen, esos actores al margen de la soberanía nacional ocupan hoy en día una posición privilegiada para responder a la oferta gracias a tarifas competitivas y a su buen conocimiento de las modalidades políticas y económicas locales. La economía argelina en cambio no puede jactarse de perspectivas tan positivas. Más bien al contrario, su dependencia se incrementó significativamente.
Referencias
Cabestan Jean-Pierre, Le Système politique chinois. Vers un nouvel équilibre autoritaire, Paris, Presses de Sciences Po, 2014.
Cerny Philip G., Rethinking World Politics: A Theory of Transnational Pluralism, New York, Oxford University Press, 2010.
Chiu Justin, « Une banque multilatérale entre coopération et prédation. La signature des statuts de la BAII », consulté le 12 novembre 2015 sur Chaos International
El Watan consulté le 15 novembre 2015 sur l’adresse : www.el-watan.com
Hibou Béatrice, « Retrait ou redéploiement de l’État », Critique internationale, (1), aut 1998, pp. 151-168.
Hugon Philippe, « La Chine en Afrique. Néocolonialisme ou opportunité pour le développement ? », Revue internationale et stratégique, (72), 2008, pp. 219-230.
Strange Susan, The Retreat of the State. The Diffusion of Power in the World Economy, Cambridge, Cambridge University Press, 1996.