Por Clément Paule
Traducción : Daniel Del Castillo R
Passage au crible n° 136
Source: BBC
La noche del 12 de octubre de 2015, una poderosa explosión sucedió en la ciudad de Tianjin, la cuarta aglomeración más poblada de la República Popular de China. Según los medios chinos, este incidente habría sido provocado por el incendio accidental de una estructura en la cual se almacenaban etanol y otros productos a base de alcohol. No es la primera vez que esta metrópolis de 15 millones de habitantes, localizada al noreste del país – a unos cien kilómetros de la capital Beijing – se enfrenta a este tipo de accidentes. Dos meses antes, una serie de deflagraciones gigantescas devastaron el barrio popular de Binhai y las zonas residenciales adyacentes, dejando oficialmente 173 decesos y aproximadamente unos 700 heridos. El origen del desastre fue identificado en una bodega perteneciente a la firma china Rui Hai Logistics, en la cual se acopiaban grandes cantidades de peligrosos productos químicos. Al respecto, los medios evocaron el almacenamiento de cientos de toneladas de cianuro de sodio en el edificio – particularmente empleado en la minería aurífera – exponiendo de este modo a la población a un riesgo mayor en cuanto a la probable contaminación del agua y del aire. Es la razón por la cual las autoridades chinas lanzaron un plan de urgencia que implicaba la evacuación de 6 000 personas, así como la limpieza a gran escala de las zonas en riesgo. En total, 17 000 hogares y 1 700 empresas se vieron afectados por estos eventos, según la agencia de prensa Xinhua; mientras que un estudio del Crédito Suizo estimó las pérdidas en unos 1,3 mil millones de dólares.
> Contexto histórico
> Marco teórico
> Análisis
> Referencias
Contexto histórico
Mencionemos en primer lugar algunos elementos de coyuntura que nos permiten situar esta crisis en la historia reciente del país. El contexto económico se encuentra actualmente marcado por una desaceleración del crecimiento, cuyas cifras se encuentran cada vez más cuestionadas; mientras que el gobierno acaba de devaluar el yuan en dos oportunidades. A nivel político, conviene subrayar la intensificación de la lucha anticorrupción, impulsada por el primer secretario Xi Jinping, lo que condujo al arresto de varios dirigentes del Partido Comunista Chino (PCC). Ciertos autores, como el sinólogo Jean-Pierre Cabestan, hacen referencia a un aumento del militarismo en el régimen, para hacer frente al estancamiento de un modelo preconizado desde los años ochenta. Aunado a esto, se ha producido una serie de catástrofes industriales de gran envergadura: citemos la explosión, en agosto de 2014, de una fábrica de piezas para automóviles en Kushan cuyo resultado fue de 146 víctimas; o también el incendio mortal en un matadero en 2013 en la provincia de Jilin. En lo que a esto concierne, la Organización No Gubernamental (ONG) China Labour Bulletin reportó desde finales de 2014 más de 300 accidentes de este tipo, que condujeron al fallecimiento de cientos de trabajadores chinos.
En este contexto, la municipalidad de Tianjin tiene una importancia estratégica ya que se trata de la puerta marítima de Beijing, así como de un hub internacional de transporte y logística. Cerca de 540 millones de toneladas de materiales transitan anualmente por aquí, posicionándolo como uno de los 10 primeros puertos mundiales. Próxima al poder central, la ciudad conoce un auge sin precedentes desde hace varias décadas, al punto de apodarse “la nueva Manhattan”. Cuenta con la zona económica especial de Binhai, la cual encarna la innovación tecnológica en materia aeronáutica, electrónica, petroquímica y farmacéutica. Su Producto Interno Bruto (PIB) se estimó en 143 mil millones de dólares en 2014, marcando un aumento de 15,5% en relación al de 2013, ya sea más del doble del PIB nacional. Sin embargo, este notorio despegue se acompañó de una urbanización anárquica, así como de una degradación medioambiental relacionada con la industrialización masiva de los últimos treinta años. El cataclismo del 12 de agosto de 2015 golpea en el corazón de la vitrina económica china, materializando las paradojas de una modernización llevada a cabo a la fuerza.
Marco teórico
1. Un hueco negro en la globalización. La inseguridad industrial que revela este accidente demuestra que las industrias eluden sistemáticamente la regulación, ya por sí debilitada a causa de las actividades económicas. Más aún, las lógicas del capitalismo basado en la confabulación – crony capitalism – crean zonas de no-gobernanza que en últimas amenazan la autoridad del régimen chino.
2. La imputación selectiva de la responsabilidad. Confrontado a esta compleja crisis, el gobierno chino aplica los mismos métodos que ya fueron utilizados después de los desastres precedentes, a semejanza de aquellos asignados luego del seísmo de Sichuan en el 2008. Más allá del control de las corrientes de información, se trata de identificar a los culpables que asumirán de forma particular el fracaso general del sistema político-administrativo.
Análisis
Las diversas investigaciones llevadas a cabo sobre la catástrofe rápidamente revelaron toda una serie de irregularidades y falta de respeto de las normas en vigor. Esto a pesar del refuerzo reciente de la legislación en la materia. El depósito que fue objeto del siniestro contenía en efecto 40 veces más cianuro de sodio que el límite autorizado por la ley, además que sus propietarios procedieron al almacenamiento del mismo sin haber obtenido con anterioridad la licencia requerida para este tipo de stock. Por otro lado, las primeras casas se encontraban a unos 600 metros del lugar de la explosión, mucho menos del mínimo legal fijado en un kilómetro. Señalemos que la firma Rui Hai Logistics no operaba fuera de todo marco legal puesto que había aprobado varios controles, e incluso una sociedad especializada le había realizado una auditoría. No obstante, las observaciones formuladas por esta entidad no mencionaban la proximidad problemática de las zonas residenciales. Las continuas infracciones a los procedimientos de seguridad delatan la amplia colusión entre los dignatarios de la ciudad y la empresa incriminada. Por su lado, sus accionistas admitieron recurrir a sus redes de relaciones – llamadas guanxi en China – así como a la corrupción de funcionarios para desarrollar estas actividades. Estas tácticas de depredación dejan entrever tanto la generalización de los comportamientos desviados, como la incapacidad de las autoridades municipales para contenerlos, a falta ya sea de voluntad política, como de medios.
Señalemos que la respuesta de urgencia no se encuentra exenta de disfunciones ya que ciertas fuentes apuntan hacia inexperiencia de los bomberos contratistas, que fueron enviados para apagar lo que en principio no era sino un incendio puntual. De tal manera que las explosiones habrían sido causadas por el uso de agua sobre ciertas sustancias, como el cianuro de sodio, que resultan inflamables a su contacto. De otro lado, la evacuación precipitada de miles de personas y la falta de una comunicación clara durante este proceso estimularon una lluvia de críticas bastante inhabitual. Muchas manifestaciones espontáneas agruparon a un centenar de habitantes preocupados por una eventual contaminación del agua y del aire por los productos químicos nocivos. Los protestantes también reclamaron soluciones en materia de relocalización ya que tan solo una parte de los afectados fueron indemnizados. Frente a estos embriones de protesta, el Estado chino estableció una censura sistemática de las voces disidentes en contra de los rumores y la desinformación. Una decena de portales web fueron cerrados por la Administración del ciberespacio, así como cientos de cuentas de usuarios de las redes WeChat y Sina Weibo. En un comunicado fechado del 18 de agosto de 2015, la ONG Reporteros Sin Fronteras (RSF) informó sobre este estricto control que implicaba la marginalización, a veces brutal, de los periodistas extranjeros. Sometidos a hacer el relevo de los comunicados oficiales, ciertos medios nacionales cercanos al PCC denunciaron a pesar de esto la actitud poco transparente de los responsables municipales, quienes favorecían el surgimiento de teorías de la conspiración.
Nunca puesto en duda formalmente, el gobierno central llevó a cabo una serie de investigaciones judiciales que condujeron al arresto de unas doce personas, comenzando por los directores de Rui Hai Logistics. Algunos altos funcionarios también fueron investigados por Yang Dongliang, director de la autoridad pública de la seguridad laboral. Conviene observar que esta represión dirigida se inscribe en la lucha anti-corrupción enarbolada por Xi Jinping desde su ascenso al poder en 2012. Por el momento, esta táctica de individualización de la reprobación parece destinada sobre todo a calmar a la población. Sin embargo, los efectos de estos anuncios no pueden seguir ocultando el déficit de reformas estructurales apuntadas a desarrollar una cultura de la gestión del riesgo en el país. Si bien este desastre logra frenar las estrategias empresariales en Tianjin de forma temporal, la amplitud de los estragos suscita en el corto plazo la intervención de otro tipo de actores. Al respecto, los aseguradores chinos e internacionales ya absorbieron una buena parte de los perjuicios causados. Este sector podría participar indirectamente en el establecimiento de una regulación más eficaz, que aquella llevada a cabo por un sistema político basado en el secreto y corrompido por los conflictos de intereses.
Referencias
Cabestan Jean-Pierre, Le Système politique chinois. Vers un nouvel équilibre autoritaire, Paris, Presses de Sciences Po, 2014.
Laroche Josepha, « La mondialisation : lignes de force et objets de recherche », Revue internationale et stratégique, (47), 2002, pp. 118-132.
Site de l’ONG China Labour Bulletin : http://www.clb.org.hk [25 octobre 2015].