Por Weiting Chao
Traducción : Ulises Aquino
Passage au crible n° 130
Source: Wikimedia
Seis meses antes de la cumbre sobre el clima (COP 21), se celebró en París – del 1 al 5 de junio de 2015 – el 26º congreso mundial del Gas (WGCPARIS 2015). Organizado por la IGU (International Gas Union), reuniendo a más de 4,000 representantes de los mayores actores del sector a nivel mundial y provenientes de 83 países, tales como BP, Total, Shell, ExxonMobil, Chevron, ENI, BG Group, Statoil, Qatargas, PetroChina, etc. Sin embargo, al centro de las preocupaciones, el cambio climático ha incitado a estos últimos a debatir el conjunto de temáticas ligadas a la transición energética.
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Contexto histórico
Las negociaciones entre Estados sobre el tema del calentamiento global comenzaron a finales de los años 80. Durante la Cumbre de la Tierra de Rio de Janeiro en 1992, la Conferencia Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC) fue firmada por 153 países. En 1997, los firmantes de la CMNUCC adoptaron el Protocolo de Kioto que representa hasta ahora, el único acuerdo mundial que obliga a los países desarrollados a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) entre 2008 y 2012. Desde la entrada en vigor del protocolo en 2005, el periodo post-Kioto fue evocado. Sin embargo, la firma de todo nuevo tratado se observa difícil, aún más después del fracaso de Copenhague (COP15) en 2009, ninguna convergencia significativa hacia un acuerdo universal fue constatada. Así, en 2012 en Doha, el Protocolo de Kioto fue extendido hasta 2020. En cuanto a la adopción de un nuevo acuerdo, fue pospuesta para la COP21 que se realizará en París en diciembre de 2015.
Algunos meses antes de este evento, se llevó a cabo en la misma ciudad, el WGCPARIS 2015, la reunión mundial más importante de la industria del petróleo y del gas. Las discusiones incluyeron el valor comercial de la cadena del gas, de la exploración y de la producción, la transmisión internacional, las innovaciones energéticas, etc. Durante esta cumbre, las empresas señalaron el rol crucial del gas natural el cual, según ellos, produce alrededor de dos veces menos CO2 que el carbón. A este respecto, podría en consecuencia ayudar a reducir las emisiones de GEI. Además, el 2 de junio pasado, seis dirigentes de compañías petroleras europeas (Shell, ENI, BP, BG Group, Total y Statoil) escribieron una carta abierta en el Le Monde para alentar a todos los actores estatales a fijar colectivamente un precio al carbono a fin de favorecer la eficiencia energética. Igualmente demandaron al secretario ejecutivo de la CMNUCC su apoyo para tener en el seno de la COP21, un diálogo directo con la ONU y los países parte.
Marco teórico
1. Una diplomacia triangular. Desde la aparición de un mercado globalizado y dado el ritmo acelerado de la evolución tecnológica, los Estados actualmente no controlan más que una parte ínfima del proceso de producción y orientan cada vez menos los intercambios. Por el contrario, los grandes grupos de la energía ocupan hoy un lugar determinante y se comportan como autoridades políticas, al punto incluso de competir en ocasiones con los gobiernos. Esta transferencia de poder a favor de los operadores económicos condujo a la formación de una nueva diplomacia fundada sobre la complejidad de tres tipos de interacciones: la relación diplomática de Estado a Estado, de Estado a empresa, y de empresa a empresa. En efecto, en numerosas situaciones, las negociaciones que estas realizan entre ellas parecen frecuentemente las más importantes. Así, los resultados de sus negociaciones orientan en seguida fuertemente las políticas públicas.
2. La paradoja de un proteccionismo ofensivo. En el marco de un mercado libre, las grandes empresas conducen una política intervencionista teniendo por objetivo detentar un monopolio. Así, se entienden entre ellas para limitar sus producciones, fijar sus precios, acordar sus participaciones de mercado, favorecer los progresos políticos, técnicos y económicos de la industria, etc. En resumen, buscan la creación de un cartel internacional. A este respecto, estas grandes empresas forjan acuerdos institucionales que determinan posteriormente una fuente de autoridad internacional. Una competencia libre y abierta fue entonces obstaculizada, los compradores potenciales no tienen más opción que aceptar, es decir someterse.
Análisis
En materia energética, el más grande emisor de GEI, produce alrededor de 35% de las emisiones, de las cuales más de 56% provienen del petróleo y del gas. Según la AIE (Agencia Internacional de la Energía), los esfuerzos desplegados por este sector por disminuir los GEI siguen siendo esenciales. Por una parte, los Estados demandan la cooperación de las firmas. Por otra parte, como los costos de explotación y los beneficios en este sector aparecen profundamente afectados por las nuevas reglamentaciones, un gran número de estos operadores buscan modificar directamente las decisiones gubernamentales. A este respecto, en las primeras negociaciones, mantenidas en los años 80, las industrias occidentales de la petroquímica rechazaron, en su gran mayoría, la adopción de las reducciones de emisiones de CO2 impuestas por los gobiernos y además se opusieron a todo calendario. Organizados principalmente por la GCC (Global Climate Coalition), lograron frenar considerablemente el proceso de obtención de acuerdos, durante las negociaciones de la CMNUCC y del Protocolo de Kioto. El poder gubernamental se encuentra evidentemente erosionado, las presiones empresariales constituyen un verdadero obstáculo a la política climática. Así, al final de esta década, el apoyo de la industria a la GCC se ha atenuado paulatinamente. Muchos de sus principales miembros, tales como BP y Shell, por ejemplo abandonaron la organización. Finalmente, en 2002, después de trece años de funcionamiento, la GCC fue disuelta oficialmente. La casi desaparición de los grupos anti climáticos refleja una evolución general de las empresas que se vuelven cada vez más cooperativas. En efecto, estos cambios significativos, que se desprenden de las innovaciones tecnológicas y de beneficios económicos, están orientados por asociaciones organizadas, abiertamente o en secreto, en carteles. Así, la IGU, fundada en 1931, dispone de más de 140 miembros representando 95% del mercado mundial del gas. Incluye las empresas de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo), las mayores empresas occidentales y los nuevos gigantes del petróleo de países emergentes, como PetroChina. Cada tres años, estas sociedades se reúnen durante el Congreso Mundial del Gas a fin de implementar una estrategia común. Los criterios esenciales se deciden durante las negociaciones en el transcurso de las cuales las grandes compañías petroleras desempeñan un rol primordial. Fundamentalmente, estas normas han favorecido el desarrollo de nuevos tipos de comercio para los cuales se prevén beneficios potencialmente elevados, tales como la energía renovable, innovaciones en la fabricación, nuevos modos de transporte, la propiedad intelectual, etc.
Este año, las empresas mostraron con fuerza a que grado el gas natural, la energía fósil más limpia según ellas, forma el vector capital de una transición energética. El uso creciente de este recurso podría aportar capitales substanciales en un sector emergente aún fragmentado y desorganizado. Notemos que más de 670 mil millones de dólares fueron invertidos en 2013 para explorar las reservas de nuevos combustibles fósiles. Por otra parte, la compra de BG Group por Shell nuevamente, de la cual el monto de la operación se eleva a 47 mil millones de libras (64 mil millones de euros), constituye una transacción excepcional. Gracias a esta fusión, Shell – ya muy activa en el sector del gas – aumentará su producción en 20% y sus reservas de hidrocarburos en 25%; sin contar que esta súper empresa gasta actualmente miles de millones para la explotación del Ártico y los proyectos sobre las arenas bituminosas de Canadá. Así, de acuerdo con un análisis reciente publicado por la revista Nature, estos últimos dos proyectos se observan incompatibles con la prevención del cambio climático, considerados como peligrosos. Además, con la transición energética, una suma considerable fue vertida a fin de invertir en las infraestructuras, por ejemplo la construcción de gaseoductos. En Estados Unidos de 2008 a 2012, la cantidad de electricidad producida a partir del gas natural ha aumentado en más del 50%. Si las tendencias actuales se confirman, esta energía deberá representar cerca de dos tercios de la electricidad estadounidense en 2050, significando en consecuencia una renovación masiva de los equipamientos.
En cuanto a la introducción de un sistema de tarificación de emisiones de carbono que se aplican a todos los países, las empresas se reencuentran alrededor de un interés común, el del buen funcionamiento de los mecanismos de mercado y la elaboración de reglamentos correspondientes. Múltiples empresas utilizan efectivamente un precio del carbono interno para calcular el valor de los proyectos futuros y orientar las decisiones de las inversiones. En estas circunstancias, el precio del carbono, de las cuales algunas de entre ellas ya han fijado, portará, – si se volviera un precio de mercado – un impacto mucho más fuerte que todas las políticas implementadas hoy por los gobiernos.
Portavoces de la industria del gas, las grandes empresas del sector de la energía presentaron sus objetivos no sólo a los Estados, sino también a los habitantes. Ellas expusieron aún más el rol que intentan jugar durante la COP21 que se tendrá pronto en París. Así, se observa necesario que las tecnologías y los recursos que pretenden utilizar y en los cuales desean invertir, respondan exclusivamente a una lógica tecno-financiera largamente incompatible con una política de protección del medio ambiente significativa. De hecho, su proteccionismo ofensivo, que se tradujo por la implementación de un cartel en el sector de la energía, podría conducir a una transición energética en la cual el contenido sería concebido para su conveniencia, lo que corre el riesgo de encontrarse en un próximo acuerdo firmado por los Estados.
Referencias
Stopford John, Strange Susan, Henley John, Rival States, Rival Firms. Competition for World Market Shares, 1991, Cambridge, Cambridge University Press.
Strange Susan, The Retreat of the State. The Diffusion of Power in the World Economy, 1996, Cambridge, Cambridge University Press.
Vormedal Irja, « The Influence of Business and Industry NGOs in the Negotiation of the Kyoto Mechanisms: the Case of Carbon Capture and Storage in the CDM », Global Environmental Politics, 8 (4), 2008, pp. 36-65.