Por Philippe Hugon
Traducción : Jade Manzano Kuri
Passage au crible n° 124
Source: Wikimedia
La 24e cumbre de la UA (Unión Africana) fue celebrada en Addis Abeba del 21 al 28 de enero del 2015. Los principales temas se centraron en “El empoderamiento y el desarrollo de la mujer hacia el 2063“. La cuestión de la epidemia del ébola fue abordada con una demanda de anulación de la deuda por un monto de 3 mil millones de dólares estadounidense para los 3 países involucrados: Guinea, Liberia y Sierra Leona. El Consejo de Paz y de Seguridad se reunió el 29 de enero con la presencia de 15 jefes de Estado, pero en ausencia del presidente de Nigeria, Good Luck Jonathan. Esta instancia tenía como programa la lucha contra el terrorismo, y como objetivo particular a Boko Haram. Una fuerza multinacional de 7,500 soldados fue propuesta haciendo notablemente un llamado al financiamiento de las Naciones Unidas.
Lo más destacado, sin embargo, fue la designación del presidente de Zimbabwe, Robert Mugabe, como el nuevo presidente de la Unión Africana. A la edad de 90 años, este autócrata quién ha permanecido 35 años en el poder y considerado como héroe en la lucha contra el Apartheid, ha multiplicado el rechazo contra el occidente. Su elección simboliza la contradicción de los países africanos expresando un panafricanismo antioccidental, a pesar de la imposibilidad de los Estados miembros de tratar de manera autónoma cuestiones relativas a la paz y la seguridad o incluso corregir el problema de las epidemias. Asimismo, refleja la existencia de gerontócratas, presidentes vitalicios, frente a la juventud africana que busca obtener un lugar en el ambiente político y se opone, de esta manera, a las manipulaciones constitucionales.
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Contexto histórico
La UA ha reforzado la integración política de África poniendo en marcha la NEPAD (Nueva Asociación para el Desarrollo de África) y transformando en 2002 la OUA (Organización de la Unidad Africana) en la UA (Unión Africana). Hoy en día, esta última reúne a 53 Estados africanos. Sólo Marruecos no forma parte de esta unión a causa de la posición adoptada por la OUA, posteriormente UA, a favor de la independencia del Sáhara Occidental. La UA se ha fortalecido en el plano institucional (Asamblea, Consejo Ejecutivo, Comité de Representantes Permanentes y Comisión). Inicialmente organización de coordinación, se ha transformado sin embargo en institución de integración bajo el modelo de la Unión Europea.
El plan de acción, adoptado en Uagadugú el 12 de octubre de 2004, definió cinco prioridades: 1) la transformación institucional (parlamento panafricano); 2) la promoción de la Paz (Consejo de Paz y Seguridad), la seguridad humana y la gobernanza (Corte Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos); 3) el desarrollo de la integración regional; 4) la construcción de una visión compartida en el continente; 5) la adopción del protocolo relativo a la Corte de Justicia de la UA. De igual manera previó la designación del presidente de la UA por un año, mientras que el presidente de la Comisión será electo por 5 años.
La UA ha realizado dos importantes innovaciones con respecto a la OUA :
1) Ha permitido imponer sanciones a los Estados miembros que no respeten las políticas y decisiones de la UA. Además, la Carta de 2007 ha reforzado los objetivos de democracia y gobernanza. 2) Reconoce el derecho de intervención cuando el orden legítimo se encuentra amenazado; una decisión que va en contra del principio de no injerencia, protector de la soberanía. Fundada en 2003 y destinada a ser desplegada como parte de las misiones de mantenimiento o de apoyo a la paz, la Fuerza de Reserva Africana se divide en cinco brigadas regionales integradas en el concepto africano de paz y de seguridad de la Unión Africana.
No obstante, la realidad actual dista mucho de estas normas porque el margen de acción de la UA se reduce frente a la soberanía de los grandes Estados miembros. Además, carece de autonomía frente a la UE y su financiamiento. Sin embargo, está claro que con la desaparición de algunos líderes africanos (Gaddafi, Wade) que buscaban el camino hacia un gobierno de Estados Unidos de África, la UA ha experimentado una pérdida de influencia. Sobre todo porque esta ambición se ha conjugado con la reticencia de Sudáfrica, a la división entre el África árabe-musulmán y subsahariana y la frágil integración regional.
Por último, la elección de Robert Mugabe como presidente de la organización refuerza el peso de Sudáfrica. El caso resulta similar al de la elección de Dlamini-Zuma en julio de 2012 a la presidencia de la Comisión, las alianzas establecidas durante la lucha contra el Apartheid. También confirma la relativa unidad del bloque de la SADC (Comunidad de Desarrollo de África Austral) frente a la CEEAC (Comunidad Económica de los Estados de África Central) y la CEDEAO (Comunidad Económica de los Estados del África Occidental) y los países francófonos representados por la OIF (Organización Internacional de la Francofonía) y sobre todo Nigeria.
Marco teórico
La fragilidad de la Unión Africana se debe principalmente a dos aspectos.
1. Una conflicto de intereses. La Unión Africana refleja la rivalidad entre los Estados miembros. Se caracteriza por la oposición entre dos potencias rivales: Nigeria y Sudáfrica. Ambos países buscan ejercer un liderazgo continental y tienen como objetivo ocupar un puesto de miembro permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
2. Una frágil movilización colectiva en favor de la seguridad. La retórica Panafricana de la pax africana flaquea frente a la debilidad del financiamiento y la falta de compromiso con la paz y la seguridad. Por lo tanto, la estructura de paz y seguridad funciona mal en todo el continente. Frente a los conflictos, el desarrollo del terrorismo y del yihadismo en Libia, Sudan, Somalia, Mali, Nigeria, en los países del lago Chad, República Centroafricana o incluso en la RDC, la Unión Africana no supo o no pudo mostrar su autoridad. Así, la fuerza africana que busca combatir a Boko Haram se enfrenta con dificultades financieras y a la difícil tarea de implementar un dispositivo multilateral. De esta manera, las fuerzas africanas intervienen en segundo plano, detrás de los ejércitos nacionales o bilaterales antes de que la situación sea frecuentemente turnada a las fuerzas de Naciones Unidas.
Análisis
A pesar de la Comisión Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos, la UA se mantiene rezagada en materia de la violación de los derechos en muchos países, entre ellos la RDC, Costa de Marfil, Somalia y Zimbabue. La misma situación se presenta en cuanto al rechazo a la democracia o al abordar el tema de las revoluciones populares (por ejemplo, la “primavera árabe” desde enero de 2011). Frecuentemente, las manipulaciones constitucionales buscan pasar por alto las reglas y leyes garantizadas por las cortes o consejos constitucionales. Así, existe en África una relación entre la duración de los mandatos, la individualización del poder y el riesgo de tendencias autoritarias. Esto explica el por qué elecciones de carácter conflictual han llevado a crisis en países como Costa de Marfil (2000, 2010), Kenia (2007, 2008), Zimbabue (2007) o en la RDC (2011); el clientelismo identitario fue superado solamente en algunos casos raros (Ghana, Senegal y Kenia en 2013).
La elección del gerentócrata y autócrata Robert Mugabe, representa un desafío para la juventud africana. Ciertamente, su populismo y la lucha contra los intereses mineros británicos continúan haciendo eco. Sin embargo, su papel en la lucha contra el apartheid pertenece al pasado. Hoy en día, los jóvenes de Zimbabue sufren los efectos de su reforma agraria la cual – al donar la tierra a los veteranos de guerra – ha arruinado su agricultura. Por esta razón, están sometidos a un régimen controlado por el ejército. Así, la juventud africana – bomba de tiempo o factor de cambio – trata de participar actualmente en la vida política, social y económica del continente. Sin embargo, mayoritarios en el plano demográfico, los jóvenes siguen siendo minoría en el plano social y político. Al no contar con perspectivas, oscilan a menudo entre la resignación y la protesta; mostrándose en ocasiones a la escucha de integrismos de todo tipo (oposición a los imanes y hermandades sunitas, chiismo en Senegal o en Nigeria, iglesias evangélicas…).
El triunfo de Mugabe destaca el fracaso de la UA en materia de paz y de seguridad. Ciertamente, esta organización ha abogado por una fuerza de intervención africana contra Boko Haram que continúa cometiendo crímenes contra la humanidad. Por ello, ha rechazado la vacilación de Nigeria quien se mostró muy preocupado por su soberanía nacional. Sin embargo, su declaración de intenciones, no hace más que acompañar las iniciativas regionales de los países que rodean el Lago Chad, de los miembros de la Comisión de la Cuenca del Chad y al apoyo logístico de Francia o Estados Unidos. En fin, carece cruelmente de financiamiento y de consenso, con sólo el 40% de su presupuesto que proviene de la contribución de sus miembros.
Más allá de la retórica, la UA debe implementar sus principios proclamados en materia de democracia, gobernabilidad e injerencia. Pero esto implica un financiamiento de los Estados miembros que – mineros y petroleros – cuentan con bastos recursos financieros. La transferencia de la soberanía y la producción de bienes públicos a nivel regional podrían responder al desbordamiento de la soberanía en un contexto transnacional. Del mismo modo, la integración económica regional podría ayudar a contrarrestar la dependencia económica de los agentes estatales. Sin embargo, este proceso requiere de Estados fuertes y democráticos, capaces de evitar una fragmentación territorial; un poder público que pueda apoyarse en la sociedad civil dotada de contra-poderes y reconociendo los derechos de las minorías. Así, la elección de Mugabe contradice singularmente esta orientación.
Referencias
Nougarel Fou, Briga LMI, L’architecture de paix et de sécurité en Afrique : bilan et perspectives, Actes colloques, Bordeaux, Ougadougou, nov 2012-oct. 2013.
Philippe Hugon, Géopolitique de l’Afrique, 3e ed., Paris, SEDES 2013.
Romuald Likibi, La Charte africaine pour la démocratie, les élections et la gouvernance, Paris, Publibook 2012.