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PAC 84 – Malí o las limitaciones de una guerra asimétrica La conferencia de donantes internacionales

Por Philippe Hugon

Traducción: Ulises Aquino Jiménez

Passage au crible n°84

Pixabay

Una conferencia de donantes internacionales, destinada a financiar el despliegue de una fuerza africana en Malí y la reestructuración del ejército maliense, inició el martes 28 de enero de 2013 en Addis Abeba, en la sede de la UA (Unión Africana). En torno a esta organización, estuvieron reunidos la Unión Europea, Japón, Estados Unidos y la ONU. La UA mostró la necesidad de 460 millones de dólares para la MISMA (Misión Internacional de Apoyo a Malí), de los cuales 240 millones de dólares para la reconstrucción del ejército maliense y el financiamiento de las tropas de Chad. Ella se ha comprometido a aportar 10% de esta suma.

Contexto histórico
Marco teórico
Análisis
Referencias

Contexto histórico

Adoptada el 20 de diciembre de 2012, la resolución 2085 del Consejo de Seguridad aportó la legalidad y la legitimidad de la ONU. Tenía que haber una negociación política y, en ausencia de, las fuerzas malienses y africanas deben ser apoyadas por fuerzas internacionales. Pero hubo necesidad para Francia de intervenir antes de la presencia de tropas africanas (MISMA), la reconstitución del ejército maliense y la puesta en marcha de un poder legítimo en Malí. El espíritu, si no el escrito, de la resolución 2085 de Naciones Unidas fue en consecuencia respetado. La intervención legal, después de la demanda del presidente Traoré y de la resolución de las Naciones Unidas, no fue condenada ni por Argelia, ni por China o Rusia. Por el contrario, recibió el consentimiento de la gran mayoría de los malienses y de los africanos. Sólo Egipto, Túnez y Qatar la desaprobaron. Francia se encontró en primera fila y en un relativo aislamiento operacional, sin ayuda directa de la Unión Europea, a pesar del apoyo logístico de los aliados occidentales, notablemente britanicos y estadounidense (aviones de reabastecimiento, Transaal, drones y de reconocimiento).

Planeada desde hace tiempo, la intervención militar francesa y maliense (operación Serval), pareció inevitable después del fracaso de las negociaciones sostenidas en Uagadugú y el cambio de posición de Ansar Dine. La conquista de Konna por los yihadistas amenazaba en efecto la base estratégica de Sévaré y les habría permitido descender hacia Mopti y posteriormente la capital, Bamako. Además, el calendario estaba ligado al clima que impide toda operación a gran escala entre marzo y septiembre.

La intervención del 11 de enero de 2013 se tradujo en los ataques aéreos de fuerzas francesas (rafales, mirages, helicópteros) blindajes ligeros y fuerzas terrestres de 2,500 hombres (fuerzas especiales y 250 paracaidistas el 27 de enero en Tombuctú). Después de haber detenido el avance de yihadistas, controlaron el bucle del Níger secundados por las unidades malienses (Gao y después Tombuctú) y de Chad (Nidal o MNLA (Movimiento Nacional de Liberación del Azawad) estaban presentes. Los yihadistas se dispersaron hacia el norte (en su santuario del Adrar de los Ifoghas), y probablemente en el bosque cerca de Diabali, a lo largo de la frontera de países vecinos como Níger. Progresivamente, los Estados aliados de Francia (Alemania, Canadá, Dinamarca, Emiratos Arabes, Italia) apoyaron esta operación a fortiori después de la toma de rehenes en In Amenas, el 16 de enero. Las fuerzas africanas se desplegaron en seguida, particularmente las de Chad, las de Nigeria y las de Burkina Faso.

Marco teórico

1. El conflicto maliense ilustra el modelo de guerras asimétricas. En curso, enfrenta a ejércitos nacionales o multilaterales más o menos bien equipados y motivados a milicias móviles determinadas, fanatizadas, listas para la guerrilla y acciones terroristas. Estas son particularmente heterogéneas. Distinguimos 1) el MNLA compuesto de Tuareg, grupo bereber transfronterizo que es laico, pero reivindica una mayor autonomía para el Azawad, a falta de la independencia. 2) el grupo Ansar Eddine dirigido por Iyad Ag Ghali y próximo del AQMI (Al-Qaeda del Magreb Islámico) que preconiza la Sharia para Malí con una división reciente entre la tendencia yihadista y una parte más cercana del MNLA (el MIA, el Movimiento Islámico del Azawad). En cuanto a los otros grupos, citemos AQMI, el Mujao (Movimiento por la Unificación y la Yihad en África Occidental) disidente del AQMI inmerso en la economía de la droga y Boko Haram llegados del norte de Nigeria.
2. Señala igualmente la dimensión transnacional de los conflictos contemporáneos. Notemos por ejemplo las interdependencias existentes entre los circuitos mafiosos y un islamismo radical que combate la presencia occidental; ésta última ligada a la presencia de multinacionales en los sectores de hidrocarburos y minas.

Análisis

El conflicto de Malí se caracteriza por un entrelazamiento de escalas, un encadenamiento de factores y una pluralidad de actores. Encuentra sus orígenes al mismo tiempo en: 1) las reivindicaciones antiguas de los Tuareg reforzadas por el regreso de los mercenarios de Gadafi, 2) La expansión del salafismo radical y 3) la inserción en una economía criminal con – en el periodo del presidente Touré (ATT) – una colusión en el seno del aparato estatal y el ejército. En realidad, el golpe del 22 de marzo de 2012 no hizo sino acrecentar la descomposición del ejercito al punto que hoy, la descomposición del Estado maliense y de su ejército ha transformado el norte de Malí en un espacio no controlado.

Dado que el norte de Malí no cuenta que por el 5% del PIB del país, conviene tomar en cuenta la dimensión socioeconómica de la crisis Sahel-Sahara. En efecto, con la explosión demográfica que deja a los jóvenes sin perspectivas, se conjuga una proliferación de tráficos, notablemente de drogas y de armas, de crisis medioambientales y alimentarias ligadas al clima y a la vulnerabilidad de los ecosistemas. La inseguridad no ha hecho sino acentuar el debilitamiento del Estado y de las colectividades descentralizadas al punto que Malí podría llegar a ser el epicentro de una crisis que pudiese propagarse en el arco Sahel-Sahara. Las diferentes fuerzas y organizaciones regionales e internacionales apoyan la intervención militar francesa y maliense, como testimonio la conferencia de donantes de Addis-Abeba. Ciertamente, hubo éxito a corto plazo sobre el plano militar por vía aérea (destrucción de depósitos de armas, de combustibles, soporte de pick up) y terrestres (reconquista de ciudades), sin embargo frente a la fuerza del fuego, los yihadistas se negaron al enfrentamiento y se dispersaron, lo que significa que subsistirán durablemente los focos de resistencia en un territorio más grande que el de Francia. Muy determinados, los yihadistas saben diseminarse y realizar ataques sorpresa, guerrillas urbanas. ¿Puede haber un relevo creíble de los ejércitos africanos que por su mayoría no están acostumbrados a estas guerras del desierto? Falta reconstruir el ejército maliense. Ahora bien, existen riesgos inevitables de elección o de engranaje en toda guerra asimétrica. Malí no es Afganistán porque los yihadistas siguen siendo extranjeros en Malí, lo que no son los Talibanes para los pashtunes. El control de las fronteras puede ayudar a acechar a los yihadistas en combustibles, armamento y pick up. Sin embargo, la mayor incógnita radica en la posición de los actores argelinos de los cuales algunos están relacionados a los diversos tráficos mantenidos con las fuerzas del norte de Malí. El fracaso de la intervención en Afganistán puede servir de lección para evitar una ayuda que no hará sino alimentar los circuitos de corrupción del Estado en lugar de apoyar las operaciones descentralizadas. Las respuestas durables suponen una implicación múltiple en el plano militar, político (elecciones, poder legítimo, provincias autónomas al norte), humanitario, económico y diplomático. Próximamente, las tropas francesas deben ser parcialmente sustituidas por las fuerzas malienses y africanas, lo que deberá facilitar la conferencia de donantes. Por otra parte, los controles de seguridad deben ser realizados con el apoyo de las poblaciones, comenzando por los Tuareg que son llamados a entrar en el juego político militar. Los compromisos diplomáticos, como la conferencia de donantes de Addis Abeba, parecen tan importantes como insuficientes para financiar la MISMA de más de 8,000 hombres y reestructurar el ejército maliense, incluso si una misión de intervención de cascos azules se prevé. Finalmente, el apoyo militar debe imperativamente acompañarse de una ayuda internacional de tipo económico (lucha contra los tráficos, revitalización de territorios, desarrollo local, cooperación descentralizad).

Referencias

Gourdin Patrice, “Al-Qaïda au Sahara et au Sahel”. Diploweb.com, 11/3/2012
Hérodote, Géopolitique du Sahara, (142), 2011.
Holeindre Jean-Vincent, Geoffroy Murat (Éds.), La Démocratie et la Guerre au XXIe siècle. De la paix démocratique aux guerres irrégulières, Paris, Hermann, 2012.
Hugon Philippe, Géopolitique de l’Afrique, Paris, SEDES 2012.