Por Michaël Cousin
Traducción Ulises Aquino Jiménez
Passage au crible n°105
Desde 1998, el 1 de diciembre se celebra el Día Mundial de la Lucha Contra el SIDA. Con motivo de este evento, los actores tanto públicos como privados publican, informan y mediatizan los últimos avances y las nuevas decisiones relacionadas con esta pandemia.
> Contexto histórico
> Marco teórico
> Análisis
> Referencias
En 2011, “el objetivo cero” se convierte en la palabra a seguir. Lanzada por el comité, el proyecto ambicioso de la Campaña Mundial contra el SIDA, conduce a los donantes a visualizar para el año 2015 “cero nuevas infecciones con VIH, cero discriminación [y] cero decesos ligados al SIDA”. Teóricamente, las condiciones para alcanzarlo existen. En efecto, los científicos no cesan de repensar las terapias y las técnicas de prevención como con el gel antirretroviral y el tratamiento post exposición. En fin, los costos de los tratamientos disminuyen, ya sea en razón de la expiración de las patentes sobre los primeros medicamentos, o gracias al establecimiento de financiamientos innovadores como el impuesto UNITAID fijado entre 1 y 40 dólares de prepago por boleto de avión.
Sin embargo, no quedan sino unos meses para alcanzar estos resultados. Dentro de ellos, la eliminación de las discriminaciones parece difícil de realizar. En este caso, según las zonas geográficas o los países, la cooperación internacional aborda más o menos seriamente las inequidades entre los sexos, y trata superficialmente – ver evita – los problemas encontrados por las minorías sexuales, las prostitutas y los consumidores de drogas. Sin embargo, frente a estas dificultades, las organizaciones interestatales no ceden cuando se trata de buscar financiamientos.
Bajo este ánimo, ONUSIDA – programa común y copatrocinado por Naciones Unidas y el Banco Mundial sobre el VIH/SIDA – anuncia la creación desde el 2014 de un nuevo día mundial contra la discriminación el 1 de marzo, mientras que otras instituciones se enfocan principalmente en la juventud (entre 10 y 19 años). La OMS (Organización Mundial de la Salud) quiere, por ejemplo, mejorar el próximo año la prevención, los tratamientos y los cuidados en los adolescentes. Por su parte, la UNESCO (Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) se comprometió a sensibilizar al menos 95% de los jóvenes en salud sexual, notablemente a ese virus treintañero, como lo recomiendan las Naciones Unidas. Por lo tanto, cada año las dotaciones internacionales se desmoronan mientras que aumentan en el plano nacional.
1. La eficacia de la ayuda pública al desarrollo. Se analiza cada vez más a partir de indicadores de desempeño. Esta orientación conduce mayoritariamente a los financiadores a privilegiar una gestión orientada a los resultados (results-based management). Por lo tanto, este método favorece más la resolución de un programa – ¿las soluciones previstas serán alcanzadas? – y no privilegia la necesidad para los beneficiarios.
2. La erosión de la ayuda. La ineficacia de las políticas de cooperación provoca igualmente una baja de inversiones. A pesar de múltiples décadas de aportes financieros, la persistencia de dificultades en el seno de los países en desarrollo, induce en efecto un cierto hastío en los donantes, lo que se traduce en una degradación de los subsidios.
Desde los años noventa, las organizaciones interestatales multiplican los programas orientados hacia objetivos específicos. A título de ejemplo, el Banco Mundial lanzó a principios de los años dos mil el “combate contra la pobreza” para alinearse finalmente con el primero de los ocho ODM (Objetivos de Desarrollo del Milenio) de Naciones Unidas. En cuanto al séptimo, prevé frenar la propagación del VIH. La movilización “Objetivos Cero” alimenta además este punto con dos ambiciones más: romper la discriminación y suprimir los decesos.
Además del hecho de que estas campañas mundiales orientan las instituciones nacionales e internacionales, las responsabilidades de cada una de estas últimas singularizan sus políticas de ayuda pública. Sin embargo, esto no determina la manera en la cual ellas serán implementadas, ya que esas instancias seleccionan y atribuyen de manera diferente los flujos financieros según el país. Así, algunos jóvenes homosexuales de África Subsahariana no se benefician de dispositivos de prevención de VIH/SIDA de la UNESCO, específicamente destinados a estas categorías.
La gestión orientada hacia resultados produce efectos aún más perniciosos. En este caso, la obtención de un préstamo puede simplemente depender de un léxico dominante, el cual está a la moda como, la discriminación hacia las mujeres, la buena gobernanza, o incluso la seroconversión materno-fetal. Esta lógica afecta tanto a los responsables de proyectos, como a los colaboradores y a los beneficiarios. En los casos de los receptores, se trata frecuentemente de representantes buscando desviar los fondos en beneficio de otras acciones que estiman aún más necesarias, ver asegurarse su enriquecimiento personal.
A pesar de las tentativas de selectividad, la ineficiencia de la ayuda desmotiva a los inversores. La reactivación de sus interés supondría entonces una renovación del discurso. Por lo tanto, la ONU ambiciona aún alcanzar sus ODMs – que van aparentemente a fracasar. Organiza, para lograrlo, los “1000 días de acción”, es decir, el tiempo restante para “actuar y asegurar” el cumplimiento de los ocho objetivos. Por otro lado, intenta igualmente renovar ese plan después de 2015 concentrándose esta vez sobre las inequidades.
En una misma idea, la multiplicación de los días mundiales cambia radicalmente su función. No conviene más establecer un día con la intención de llevar al público conocimientos sobre un problema de importancia transnacional – el SIDA, las mujeres, etc. – sino de crear principalmente un evento simbólico que determinará y movilizará ciertos actores. Podemos, efectivamente, interrogarnos sobre la oportunidad de transformar el 1 de diciembre en día dedicado por ONUSIDA a las discriminaciones, aún cuando muchos días existen ya, centrados sobre la homofobia y la transfobia, las personas discapacitadas o bien, incluso el racismo. Pero esas modalidades de renovación no son suficientes para luchar contra las desinversiones de los patrocinadores; las victorias recientemente conseguidas sobre esta epidemia continúan siendo frágiles y no pueden soportar una erosión de los préstamos. En efecto, incluso si esas contribuciones permiten ante todo el acceso a los cuidados, tales reducciones afectarían la investigación porque los tratamientos se mantienen principalmente destinados a una población poco solvente, las industrias farmacéuticas podrían experimentar un déficit.
Ciertamente, la curva de nuevos contagios se ha estabilizado desde 2010. Sin embargo, en 2009, las sumas asignadas a esta pandemia cayeron 8,700 millones de dólares y en 2010 7,600 millones de dólares; está de más decir que la situación se observa preocupante.
ONU, “Lancement de la campagne “Zéro discrimination” à l’occasion de la Journée mondiale de lutte contre le sida, 1er décembre 2013”, http://www.un.org/fr/events/aidsday/2013/zerodiscrimination.shtml.
OMS, “Campagnes mondiales de santé publique de l’OMS : Journée mondiale du sida”, http://www.who.int/campaigns/aids-day/2013/event/fr/index.html.
UNESCO, “Journée mondiale de lutte contre le SIDA : Objectif zéro”, http://www.unesco.org/new/fr/unesco/events/.
Charnoz Olivier, Severino Jean-Michel, L’Aide publique au développement, Paris, La Découverte, 2007. Coll. Repères.
Bourguignon François, Sundberg Mark, “Aid Effectiveness”, The American Economic Review, 97 (2), 2007, pp. 316-321.
Gabas Jean-Jacques, Sindzingre Alice, “Les Enjeux de l’aide dans un contexte de mondialisation”, Les Cahiers du GEMDEV, 25, 1997, pp. 37-71.