Por Catherine Wihtol de Wenden
Traducción: Maricarmen Gonzalez Cisneros
Passage au crible n°38
El reencuentro del martes 26 de abril del 2011 entre Nicolás Sarkozy y Silvio Berlusconi trató de la gestión de la migración, consecuencia de las revoluciones árabes. Francia, renunció a la puesta en marcha de la clausula de salvaguarda contra los migrantes llegados a la frontera italiano-francesa prevista en Schengen.
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> Análisis
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Las revoluciones de la ribera Sur del Mediterráneo (Túnez, Egipto, Libia) suscitaron un discurso alarmista sobre los riesgos migratorios hacia Europa. De esta forma, el Presidente Sarkozy dentro de su discurso del 27 de febrero del 2011, dio prueba del estado y consecuencias que implicarían en materia de migraciones e islamismo. Indicó que podrían surgir consecuencias mayores sobre los “flujos migratorios vueltos incontrolables y sobre el terrorismo”, agregando que “es Europa quien está en primera línea”. Desde entonces los medios de comunicación no pararon de de preguntarse sobre el vinculo existente entre la revolución al interior de estos países y de los movimientos migratorios que resultaron de ellas. Aunque sea raro ver que los revolucionarios dejar su país sin esperar resultados de su victoria en materia de libertad e igualdad. Un mes más tarde, la llegada de cerca de 28,000 tunecinos y libios a la Isla italiana de Lampedusa provocó un contencioso entre el Presidente del Consejo Silvio Berlusconi –quién decidiera otorgar visas de estancia de tres meses a los que demandaban asilo en forma de “asilo territorial”- mientras que Francia se negaba a permitir a los migrantes cruzar la frontera franco-italiana, aunque esta fuera regida por los acuerdos de Schengen (libre circulación dentro de la zona Schengen, es decir 28 países europeos). El 20 de abril de 2011, las autoridades francesas anunciaron que decidían suspender, de forma provisional, la aplicación de esta convención y de la clausula de salvaguarda prevista “en caso de amenaza para la seguridad pública” y de inmediatamente proceder al control de las fronteras.
1. Los acuerdos bi y multilaterales de control de fronteras, una nueva diplomacia de las migraciones.
Firmados entre un país de la Unión Europea y un país vecino de esta, o entre un país extra-europeo y la Unión Europea, estos acuerdos tienen como fin limitar los flujos migratorios, a través de políticas de control de salidas y de la reconducción a la frontera de los ilegales, a cambio de políticas de desarrollo, de acuerdos comerciales o de atribución de visas de estancia destinadas a las élites. El ejemplo, el más emblemático, es el de los acuerdos de readmisión en términos del Pacto europeo sobre la inmigración y el asilo del 2008, ya puesto en marcha de forma bilateral por varios Estados. Así, Italia y Libia, habiendo firmado varios textos en este sentido, hacían de este último el país protege-fronteras de Europa contra los inmigrantes ilegales y los demandantes de asilo que se comprometían a filtrar, sin estar obligados a firmar la convención de Ginebra sobre asilo (1951). Por el contrario, Trípoli en esa época, pidió 5 mil millones de euros al gobierno de Berlusconi. Túnez por su lado y en la misma época, también había firmado un plan bilateral con Italia y con Francia. En dichos documentos, se comprometía a controlar sus fronteras y a hacerse responsable de los ilegales reconducidos.
2. Las políticas de internalización de las fronteras.
La pérdida de control de los acuerdos de readmisión, aunados al final de los dictadores, protagonistas del Sur, plantea la pregunta sobre la eficiencia de los otros instrumentos de control europeo de fronteras. Se trata de una parte de los acuerdos de Schengen sobre el control de las fronteras externas de Europa por un lado, y por otro lado los acuerdos de Dublín sobre el derecho de asilo hacia Europa; y finalmente Frontex por la común puesta en marcha de la policía europea al servicio del control de las fronteras. Sin embargo frente a la débil puesta en marcha de los acuerdos bilaterales de readmisión y de control de fronteras firmados con Libia y Túnez, nos preguntamos qué peso tienen los instrumentos de control de fronteras externas de Europa, punta de lanza de la política europea de inmigración y de asilo desde el lanzamiento del Pacto europeo de 2008. ¿Qué hace Frontex? ¿Va dar auxilio a los naufragados del Mediterráneo, para llevarlos a las costas europeas, deplorando su pobreza, aunque su presupuesto haya sido en 2010 de 88 millones de euros? Por otro lado subrayemos que el dispositivo europeo aparece con pocos efectos en cuanto los acuerdos bilaterales están ligados a firmas bajo regímenes dictatoriales. Efectivamente, Túnez, Libia y Egipto no disponen de un acuerdo multilateral de readmisión con la Unión Europea. Los acuerdos bilaterales de control de fronteras, firmados, o negociados entre los jefes de Estado se vuelven en consecuencia menos eficaces pues los regímenes que remplazan las dictaduras, los consideran sin mucha importancia. Finalmente, las actuales dificultades de la gestión de los flujos migratorios también se desprenden del hecho de que los países europeos no se muestran solidarios para “compartir la carga” italiana.
Un breve resumen del contexto migratorio de salida y de llegada en la ribera Sur del Mediterráneo conduce, principalmente, a identificar situaciones migratorias diversas y variadas. Túnez, es un país de emigración en el que 50% de la población tiene menos de 25 años, está ampliamente urbanizado, alfabetizado y golpeado por el desempleo. Sin embargo, en razón de su proximidad con Europa, es también tierra de tránsito utilizada por los habitantes de Sahara del Sur. Otra tierra de transito es Libia, quién en el 2009 acogía 780,000 extranjeros, según el reporte de las Naciones Unidas sobre la Población, e igualmente representaba un país de inmigración, si tomamos en cuenta sus yacimientos petroleros. El país atrae la migración del Sur (llamada Sur-Sur) la cual viene en su mayoría de los Estados vecinos (Egipto, Túnez, Nigeria, Marruecos Algeria). La mayoría de los migrantes ya han regresado a su país de origen, dichos países se han organizado para hacer regresar a sus migrantes, como Marruecos, por ejemplo. Otros han regresado a su origen por sus propios medios, preocupados por el clima de violencia. Egipto por el contrario, es un país de salida hacia los países del Golfo, Italia, y Libia y en menor grado, otros países europeos (Francia y España). Estos Estados firmaron con sus vecinos europeos, acuerdos bi y multilaterales de readmisión, a través de los cuales se comprometen a re integrar en su seno territorial a los ilegales reconducidos a la frontera por parte de los países europeos, ya sea de sus nacionales o de migrantes en tránsito detenidos en Europa y que pasaron por su territorio. Aunque las convenciones hayan sido firmadas de Estado a Estado o con la Unión Europea, la mayoría de las veces han sido negociados directamente entre el Presidente Berlusconi, Kadhafi y Ben Ali, a cambio de prestaciones tales como la obtención de visas de estancia para candidatos (sobre calificados) a salir del territorio, por medidas de ayuda al desarrollo o por regalos como la construcción de una autopista del Este al Oeste de Libia a Egipto. ¿Empero el fin de esos regímenes autoritarios, trae consigo el final del compromiso de comportarse como el escudo de Europa?
En Túnez, los candidatos a salir del país, que habían planeado salir antes de la revolución de jasmin aprovecharon la oportunidad de un control policiaco laxista en las fronteras. Utilizaron su oportunidad utilizando lugares estratégicos, mucho menos controlados como la región de Zarzis, cerca de la isla de Djerba. El desempleo, la pobreza, la falta de esperanza a corto plazo frente a las recaídas de la revolución en materia de empleo y del nivel de vida, los incitaron a dejar su país. En su mayoría, no se trata de solicitantes de asilo sino de migrantes económicos que sueñan con Europa en general y con Francia en particular. Una gran mayoría de ellos terminó en la isla de Lampedusa. Por el contrario, los migrantes en tránsito por Túnez, tomaron otras rutas o se fueron a África Subsahariana. En cuanto a los migrantes libios se refiere, en Italia fueron considerados mayoritariamente como solicitantes de asilo. Globalmente, los migrantes de trabajo Sur-Sur retomaron el camino de regreso a sus países de origen, a veces repatriados, a veces aglutinados a la frontera de los países vecinos de Libia. Así, 336 658 personas huyeron de Libia, de los cuales 165 000 hacia Túnez. Mientras tanto la ONU invito a los Estados a mantener sus fronteras abiertas, ya que para William Swing, director general de la OIM (Organización internacional de las Migraciones) “se trata de una de las más importantes evacuaciones humanitarias de la historia”.
Cassarino Jean-Pierre, Unbalanced Reciprocities: Cooperation on readmission in the Euro-Mediterranean Area, Middle East Institute, September 2010, 93 p.
Wihtol de Wenden Catherine, La Question migratoire au XXIe siècle. Migrants, réfugiés et relations internationales, Paris, Presses de sciences-Po, 2010.