Por Justin Chiu
Traducción: Daniel Del Castillo
Passage au crible n°60
El 04 de febrero de 2012, China y Rusia opusieron su veto a un proyecto de resolución del Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas condenando la represión en Siria. Originada en la ciudad de Derra en marzo de 2011, la rebelión siria ya cobró la vida a más de 8000 civiles. Los videos mostrando la sangrienta represión – particularmente en Homs – que fueron difundidos en el mundo entero gracias a la Internet, no pasaron desapercibidos en China. Numerosos intelectuales cuestionaron, por ejemplo, la decisión del gobierno. Los argumentos oficiales – Razón de Estado y principio de no injerencia – no parecen contar con mayor legitimidad, como lo demuestran los comentarios provenientes de las redes sociales. Frente al surgimiento de una opinión pública en China, las autoridades se encuentran obligadas a evolucionar. De esta manera, el 14 de febrero, el Primer Ministro Wen Jiabao indicó que se encontraba presto a discutir la situación en Siria.
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El movimiento de la primavera árabe despierta los afectos y las emociones reprimidas de la población china. Recordemos que, en 1989 los estudiantes pedían mayor democracia y libertad, pero fueron violentamente reprimidos por el régimen. Emprendidas a finales de los años sesenta, las reformas económica y política de abertura de Deng Xiaoping, suscitaron un espacio público mínimo durante los años ochenta, al punto que esta década se reveló como una de las excepcionalmente más ricas en debates políticos e intelectuales. Pero, después de la represión de la Plaza de Tiananmen, las reivindicaciones políticas desparecieron abruptamente de los movimientos sociales. El control estricto del Estado, la mejora del nivel de vida y el debilitamiento de los apoyos externos incitaron a los herederos de este movimiento democrático a promover el surgimiento de una sociedad civil, basada en la protección de los derechos cívicos.
Según el gobierno chino, la cantidad de incidentes colectivos habría pasado de 8700 en 1993, a 74000 en 2004. Recalquemos al respecto que los movimientos sociales representan todas las capas sociales, ya que los chinos sintieron como se acababan sus vidas con el desmantelamiento del sistema social comunista y la inserción del país en la globalización. Desde entonces, las protestas emanan tanto de los obreros, como de los citadinos, también los campesinos, funcionarios y desempleados: se trata entonces de protestas muy heterogéneas. Al mismo tiempo, la consciencia sobre los derechos cívicos se propaga en una China rica; los juristas en general, particularmente los abogados, se han vuelto participantes de los movimientos de la sociedad civil, pero sobre todo sus principales estandartes. De este modo, el viraje decisivo del siglo XX fue la construcción de un Estado de Derecho, presente en el corazón de la propaganda del Partido Comunista Chino. Frente a la presión internacional, la noción de Derechos del Hombre fue oficialmente adoptada en el 2004, durante el duodécimo Congreso de la Asamblea Nacional del Partido.
1. Una consciencia aumentada de los Derechos Humanos. Las reformas económicas e institucionales que fueron comenzadas hace treinta años, permitieron el desarrollo de la economía china y mejoraron considerablemente las condiciones de vida de la mayoría de la población. Sin embargo, el crecimiento del PIB no sabría disimular las desigualdades sociales, las disparidades regionales y la profunda degradación del medio ambiente en el Imperio del Medio. Mucho menos, a sabiendas que éstas son ampliamente transmitidas hoy en día a través de la red. Bien educados y ricos, los chinos toleran cada vez menos la situación miserable de los necesitados y reclaman el respeto que se merecen como seres humanos.
2. El incremento del poder de la sociedad civil gracias a las redes sociales. Si consideramos la eficacia, el bajo costo de la intermediación y el poderoso medio de comunicación que constituyen la Internet, comprendemos mejor que se haya vuelto un instrumento fundamental que permite el aumento de la autonomía para amplias porciones de la población. Con la red, la relación con el tiempo y la distancia, entre la sociedad civil y el Estado, se han modificado de manera radical. Es la razón por la cual el actor estatal debe encontrar nuevas fuentes de legitimidad y nuevos medios de gobernar, frente a las críticas provenientes de la sociedad civil.
Al afirmarse cómo líder de los países emergentes, China no duda en expresar un punto de vista diferente de aquel adoptado por los países occidentales, como lo constatamos durante la Conferencia de Copenhague sobre el cambio climático en 2009. En segundo lugar, a nivel nacional, China debe lograr este año su transición política, al colocar a Xi Jinping a la cabeza del Estado-Partido. A lo largo de este período sensible, el gobierno no puede defender un proyecto internacional que signifique invertir el régimen autoritario.
A pesar de que los mensajes de compasión se multiplican en las redes sociales, esto no significa que todos los chinos reconozcan las reivindicaciones democráticas de la oposición siria. De hecho, la sociedad china desaprueba sobre todo a su gobierno, ya que éste niega a los sirios toda posibilidad de ayuda externa y apoya un gobierno represivo. Pero el debate sobre la situación en Siria tiene sus límites, en la medida que, algunos días después del veto, los internautas chinos ya se encontraban fascinados por otros grandes acontecimientos.
Las críticas de la prensa e intelectuales no están ausentes en China. No obstante, aquellos que no saben controlarse lo suficiente y sobrepasan la línea roja son muy pocos. En efecto, ellos correrían entonces el riesgo de ser acusados de crimen de subversión, como fue por ejemplo el caso del profesor Gui Quan, quien denunció la gestión del seísmo de Sichuan en 2009.
La democratización de la Internet constituye un desafío mayor para la población y una preocupación para el gobierno chino. Es la razón por la cual 30 000 funcionarios del servicio del Ministerio de la Información ejercen permanentemente una censura. Esta actividad se muestra a pesar de todo cada vez más ineficaz, respecto a la cantidad masiva de internautas. De esta manera, los mensajes publicados en tibetano en el portal Weibo son sistemáticamente vigilados. En diciembre pasado, el Estado chino exigió a los micro-blogueros una inscripción obligatoria con su nombre verdadero. Esta medida apunta hacia los 200 millones de seguidores de Weibo. Pero las incesantes réplicas de los mini-blogueros contra esta afrenta a su vida privada, testifican de una consciencia aumentada de los Derechos del Hombre en China.
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