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PAC 88 – Fukushima, una catástrofe nacional, un peligro mundial Avril 2011-avril 2013

Por Clément Paule

Traducción: Ulises Aquino Jiménez

Passage au crible n°88

PAC 88, FukushimaSource : Wikipedia

A principios del mes de abril 2013, múltiples fugas radioactivas tuvieron lugar en la región de Fukushima, siniestrada por una catástrofe nuclear ocurrida dos años antes. Según la empresa TEPCO (Tokio Electric Power Company) – el operador privado de la central dañada -, 120 toneladas de agua contaminada habrían escapado de un contenedor de almacenamiento subterráneo. Por el momento, la firma japonesa evaluará esta contaminación cercana a 710 mil millones de becquereles. Mencionemos también el reciente corte de corriente que interrumpió a finales de marzo los sistemas de refrigeración que el operador trataba de poner nuevamente en funcionamiento. Esta serie de fallas revela la profunda incertidumbre alrededor de los trabajos de aseguramiento de una zona de alto riesgo, mientras que la situación fue declarada estabilizada en diciembre 2011 con el paro en frío del sitio. Señalemos que en enero 2013, tres reactores de Fukushima Dai-ichi liberaban aún a la atmosfera isotopos radioactivos – cesio 134 y 137 – a razón de 10 millones de becquereles por hora. Entonces, la controversia sobre las consecuencias sanitarias y medio ambientales del desastre crece alimentada por las ambigüedades y las paradojas del proceso de reconstrucción.

Contexto histórico
Marco teórico
Análisis
Referencias

Contexto histórico

Clasificado en el nivel 7 de la INES (International Nuclear Events Scale) – siendo el grado máximo definido por esta escala -, la triple catástrofe del 11 de marzo 2011 suscitó inmediatamente numerosas comparaciones con la de Chernóbil (abril 1986). Recordemos que la fusión desencadenada en esta central soviética situada al norte de Kiev sigue siendo el peor evento de este tipo jamás visto. Las emisiones de radionucleidos – en particular el iodo y el cesio 137 – contaminaron entonces más de 100,000 Km2 y provocado la evacuación y reubicación de centenas de miles de personas. Citemos igualmente el accidente de Three Mile Island que ocurrió en Estados Unidos en marzo 1979: cerca de 43,000 curios de gas radioactivo fueron liberados al aire libre.

Estos tres debacles nucleares mayores presentan un punto en común, el auge de polémicas duraderas sobre sus impactos presumibles en la salud humana. A este respecto, el incidente de Three Mile Island fue objeto de un estudio publicado en 1990 por un equipo de la Universidad de Columbia. Éste concluyó la ausencia de efectos negativos en el plano epidemiológico. Pero reportes posteriores han señalado un aumento de las tasas de ciertos cánceres que golpean a la población del Estado de Pensilvania. Aún más recientemente, la evaluación de Naciones Unidas sobre la herencia de Chernóbil, publicado en septiembre de 2005, fue vivamente criticada por múltiples asociaciones que acusaron a la OIEA (Organismo Internacional de la Energía Atómica) de haber minimizado el número de víctimas.

Marco teórico

1. La débil gestión de la contaminación mundial. Varias complicaciones siguen obstaculizando las actividades llevadas a cabo por el gobierno japonés y la empresa TEPCO para frenar la crisis. Esta situación precaria constituye una amenaza permanente para el archipiélago tanto como para los BPM (Bienes Públicos Mundiales) ya que la contaminación se extendió a escala mundial.
2. Un balance incierto y controvertido. Si los efectos de la catástrofe fueron relativizados por los expertos de la ONU, el fracaso generalizado de las regulaciones parece reforzar las reacciones de desafío contra un discurso de autoridad enunciado por actores deslegitimizados.

Análisis

En primer lugar, es importante evocar las principales problemáticas que estructuran la reconstrucción de un territorio traumatizado por el cataclismo del 11 de marzo de 2011. A este respecto, si 160,000 personas fueron evacuadas fuera de la zona prohibida, la cuestión de reubicación e indemnización de los desplazados aún no está resuelta. Señalemos la fuerte movilización de la población y los colectivos locales, contrastando con la doble urgencia de las autoridades y de la industria que aparecen completamente descreditados. De tal manera que las manifestaciones antinucleares se multiplican – a la imagen de la petición Sayonara genpatsu, o “adiós a lo nuclear”, que recibió 8 millones de firmas -, esas reivindicaciones estaban apoyadas por algunas estructuras políticas. Sin embargo, el gobierno recientemente electo parece haber renunciado al proyecto de abandonar la energía atómica de aquí a 2030, proyecto presentado por el primer ministro saliente: ¿dos reactores no han sido puestos en funcionamiento desde junio de 2012? La recuperación del país sin embargo ha estado empañado por una serie de escándalos implicando firmas y organizaciones mafiosas – los famosos yakuzas – acusados de desvíos de recursos y fraudes. Por otra parte, los medios han igualmente estigmatizados las condiciones ilegales de trabajo y las violaciones repetidas de normas sanitarias: como testimonio la salida de tres mil liquidadores muy expuestos a las radiaciones. La economía japonesa sufre también los costos titánicos de la catástrofe, relacionados a los sectores particularmente siniestrados de la agricultura y de la pesca, pero también a las importaciones energéticas. En total, el sólo cierre de los reactores de la central deberá acarrear gastos estimados en 100 mil millones de dólares en cuarenta años.

Más allá del aseguramiento de las instalaciones dañadas – que implica el retiro del combustible usado por las piscinas de desactivación -, el objetivo a largo plazo continua siendo la descontaminación de los 2,400 km2 de zonas tocadas por los retumbos del accidente. Lo que corresponde a una treintena de millones de metros cúbicos de residuos – tierra, ramajes, etc. – que tratan de recolectar con el fin de someterlos a un tratamiento. Sin embargo, el almacenamiento de muchos centenares de miles de toneladas de lodo radioactivo constituye otro desafío, mientras que el reflejo NIMBY (Not in my backyard) se desarrolla en diversa localidades. Las asociaciones ciudadanas se han opuesto frontalmente con TEPCO que desea liberar al Océano Pacífico el agua contaminada – conteniendo algunos millares de becquereles por litro – bajo el argumento que no representan más un peligro significativo. Tratándose de la fauna marina, los dispositivos de control han permitido medir en numerosos peces una cantidad de cesio muy superior al umbral de 100 becquereles/kilogramo establecidos por el gobierno para los productos del mar. Así, ciertos investigadores han indicado que esas tazas se muestran mucho más elevadas que las cifras difundidas por TEPCO. A este respecto un estudio publicado en octubre de 2012 formula la hipótesis de una fuga persistente de la central que existiría desde hace 19 meses, sin eliminar así la posibilidad de una contaminación de los fondos oceánicos.

Bajo esta lógica, notamos la incertidumbre generalizada en lo que concierne a las débiles dosis de radiación de las cuales continúa siendo difícil aprender las consecuencias, en particular sobre múltiples generaciones. Desde mayo 2012, un documento de la OMS (Organización Mundial de la Salud) señalaba el impacto mundial de las emisiones radioactivas, uniéndose a ellas las observaciones del IRSN (Instituto de Radioprotección y Seguridad Nuclear). Según este organismo los rastros de radioisótopos – iodo 131, cesio 134 y 137, telurio 132 – emitidos luego del accidente habrían sido medidos sobre territorio francés desde el 24 de marzo de 2011, pero sus concentraciones continuaban 500 a 1,000 veces inferiores a las estimaciones de mayo 1989 después de Chernóbil. Esos resultados fueron confirmados por la UNSCEAR (United Nations Scientific – Committee on the Effects of Atomic Radiation) de los cuales el reporte exhaustivo consagrado a Fukushima deberá ser finalizado en octubre 2012. Un nuevo estudio de la OMS, de febrero de 2013, ha sin embargo sido criticado por Greenpeace. Esta ONG ecologista estima en efecto que ciertos datos estuvieron aminorados. Pero la agencia de la ONU ha sido también blanco del gobierno japonés, que denunció una exageración del alza localizada de tasas de cáncer. Remarquemos que esas tomas de posiciones contradictorias no hacen sino alentar la suspicacia creciente sobre actores públicos y privados del sector nuclear y de manera general sobre las normas que parecieran poco respetadas. Entonces, esta gestión controversial y relativamente caótica expone un nuevo problema de mutualización forzada de un riesgo mundial.

Referencias

Paule Clément, « De l’opacité des responsabilités à la mutualisation forcée du risque. La gestion de l’accident nucléaire par TEPCO à Fukushima-Daiichi, 11 mars 2011 », in: Josepha Laroche (Éd.), Passage au crible de la scène mondiale. L’actualité internationale 2011, Paris, L’Harmattan, 2012, pp. 17-22. Coll. Chaos International.
Site de l’IAEA (International Atomic Energy Agency) consacré à l’accident nucléaire de Fukushima : http://www.iaea.org/newscenter/focus/fukushima/ [2 avril 2013].
WHO (World Health Organization), « Health Risk Assessment from the Nuclear Accident after the 2011 Great East Japan Earthquake and Tsunami », 2013, consultable sur le site de l’OMS: http://www.who.int [3 avril 2013].