Por Philippe Hugon
Traducción: Ulises Aquino
Passage au crible n°64
En un contexto de desafío al poder maliense y su ejército, los rebeldes tuaregs del (Movimiento de Liberación Nacional del Azawad), activos y en relación con los movimientos islámicos proclamaron unilateralmente la independencia del Azawad en abril de 2012. Esta situación que condujo a una secesión en Malí, ya ha generado la huida de numerosos malienses del norte. Tombuctú, la Meca del Sahara, es sin embargo controlada por Ansar Dine mientras que algunos argelinos han sido tomados como rehenes en Gao. Más allá de estos conflictos, toda la región sahelo-saharaui se encuentra inmiscuida.
> Contexto histórico
> Marco teórico
> Análisis
> Referencias
Los movimientos tuaregs son antiguos. La Francia colonialista combatió a los guerrilleros tuaregs durante la primera guerra mundial, integrándolos a las “Compagnies Méharistes Sahariennes”. Al final de la Cuarta República y principios de la quinta la OCRS (Organisation Commune des Régions Sahariennes) tenía por ambición crear un espacio tuareg independiente, principalmente para separar de Argelia el Sahara, rico en hidrocarburos. El Azawad ha estado marcado desde la independencia de Malí por ciclos de rebeliones, de represión y negociación. El régimen de Gadafi reclutó así en 1972 numerosos Tuareg en su legión islámica y avivó periódicamente las tensiones, antes convertirse en negociador. Sin embargo, los acuerdos reconociendo mayor autonomía y derechos a los Tuaregs quedaron generalmente en archivo muerto. Recientemente, la caída del régimen de Gadafi ha reactivado los antagonismos, como consecuencias del regreso al país de migrantes y mercenarios que disponen de armas de grueso calibre.
Es observable hoy día una innovación en cuanto a la amplitud de las reclamaciones. En efecto, el movimiento de la MNLA (3000 hombres fuertemente armados) han proclamado la independencia rompiendo con las antiguas demandas que consistían simplemente en la igualdad de derechos, una mayor autonomía y una menor marginalización del norte de Malí. Para hacerlo, han sido apoyados por milicias islamistas, el movimiento Ansar Dine de Lyiad ag-Ghali – quien aboga por la sharia – y el Mujao (movimiento por la unidad y la Yihad) tienen nexos con Aqmi e incluso, de acuerdo con algunas fuentes, con Boko Haram.
1. La debilidad del Estado. El motín de militares carentes de rango rápidamente se convirtió en un golpe de estado con la acusación de laxitud o complicidad entre el poder político y los movimientos rebeldes. El presidente Amadou Toumani Touré tuvo que ceder rápidamente el lugar y el presidente de la Asamblea Nacional Traoré fue designado como jefe del Estado de transición. Pero esta crisis político-institucional testifica una gran debilidad del Estado y principalmente un vacío. En un país donde se observa una explosión demográfica agravada por la sequía, castigado duramente por el tráfico de diversos tipos (cocaína, automóviles, toma de rehenes, armas), los conflictos armados (diversos Katibas Aqmi, movimientos tuaregs) así como, rivalidades mineras y petroleras. Esta situación hace extremadamente vulnerables a las poblaciones ante tensiones recurrentes y ancestrales (entre agricultores sedentarios y recolectores nómadas, entre descendientes de ladrones y personas robadas).
2. El incremento de poder de actores no estatales. El arco sahelo-saharaui reúne de manera adecuada las condiciones para que actores no estatales muy heterogéneos (como el MNLA, Mujao, etc.) puedan ampliar su control.
Los objetivos del MNLA (independencia del Azawad), de Ansar Dine (Instaurar la sharia en Malí) y de algunos Katibas d’Aqmi (establecer un califato de Mauritania a Somalia) difieren. A priori, los lazos parecen limitados entre los salafistas yihadistas de Aqmi y los Tuareg Beréberes, apegados a la escuela Malekite, abierto al sufismo de las cofradías Tidjânyia o Kandinya y camuflado como animismo. Pero los espacios donde se encuentran los Aqmi continúan siendo los mismos que utilizan los Tuareg. En cuanto a la región Adrar de los Ifaghas, aparece como un santuario para ciertos Katibas. Por otra parte, las connivencias de intereses existen sin ninguna duda en lo referente al control de tráfico de cocaína o de armas, mientras que algunos tienen la esperanza que los mercenarios Tuaregs que regresan de Libia se movilicen para oponerse a los Aqmi.
Los actores involucrados en la crisis de Malí se presentan muy diversificados. Argelia no puede aceptar la independencia del Azawad. El norte de Níger aloja 700,000 Tuaregs y está cerca del norte de Malí. La CEDEAO (Comunidad Económica de Estados de África Occidental) está preocupada por la dimensión del conflicto. En el seno de la ECOMOG (Economic Community of West African States Cease-fire Monitoring Group) pueden disponer de una fuerza de 2000 a 3000 hombres. Sin embargo, la historia muestra la débil eficacia de las tropas de la CEDEAO y estas fuerzas requerirían algún tiempo para poder ser eficientes, sin considerar que se enfrenarían a problemas logísticos. Francia ha estado presente en el desencadenamiento de la crisis dados los efectos colaterales de la intervención de la OTAN en Libia. Se le juzga próxima a los movimientos tuaregs y directamente ligada al futuro de los rehenes, mientras que ella atraviesa un periodo electoral. Por lo tanto, recomendó a sus ciudadanos abandonar temporalmente Malí, sin realizar ninguna intervención militar.
Las crisis humanitarias se incrementan por la afluencia de refugiados (200,000 sobre el suelo de Malí y los países vecinos, Burkina Faso, Níger, Argelia, en marzo de 2012) y de desplazados. La desorganización de la producción y la imposibilidad de funcionamiento de las acciones humanitarias agravan la situación. Una movilización de la ayuda internacional se presenta como urgente. La independencia del Azawad no tiene legitimidad pero la secesión será durable. Sin embargo, las soluciones parecen menos militares que diplomáticas y económicas.
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Hugeux Vincent, Thilay Boris, “Les 12 plaies du Mali”, L’express, 11-17 avril 2012
Hugon Philippe, Géopolitique de l’Afrique, Paris, SEDES, 3e ed. 2012.