Por Clément Paule
Traducción : Daniel Del Castillo
Passage au crible n°14
Durante la reunión anual del Foro Económico Mundial de Davos, el 29 de enero de 2010, Bill y Melinda Gates anunciaron que su fundación financiaría la investigación, desarrollo y distribución de nuevas vacunas en los PVD (Países en Vía de Desarrollo) por un monto de 10 mil millones de dólares hasta el 2020. Según el ex presidente y director general de Microsoft, esta inversión debe permitir una considerable reducción de la mortandad infantil relacionada con las enfermedades infecciosas. De esta manera, el hombre más rico del mundo según la clasificación Forbes de 2009 provee contribuir a la mejora de la salud pública mundial, gracias a su fundación creada en 1999. La Fundación Bill & Melinda Gates se presenta en efecto como la primera organización filantrópica del planeta, ya que dispone de un capital de operaciones estimado, en septiembre de 2009, en 34 mil millones de dólares. En tan solo diez años, este actor privado se impuso a nivel internacional como un interventor mayor de las políticas sanitarias. Tanto es así, que sus contribuciones anuales en este ámbito que ya excedían los mil millones de dólares en el 2007 superan el presupuesto de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y financiaciones bilaterales de muchos Estados.
> Contexto histórico
> Marco teórico
> Análisis
> Referencias
Este modelo de organización filantrópica, unido al patrimonio de un jefe de industria, se ha desarrollado particularmente en los Estados Unidos desde hace más de un siglo. Ciertas características de este país, como el papel jugado por el Estado, el sector asociativo no lucrativo – non-profit sector o third sector – y también la ética protestante son el pan de cada día. En efecto, el enriquecimiento masivo de una generación de empresarios norteamericanos a finales del siglo XIX permitió el surgimiento de estos actores privados. Tres organizaciones el – big three – encarnan esta primera etapa filantrópica: se trata de las fundaciones Carnegie, Rockefeller y Ford, fundadas respectivamente en 1911, 1913 y 1936. Éstas se diferencian de la caridad tradicional por su voluntad de racionalizar la donación y la amplitud de sus operaciones. Invirtiendo a través de subvenciones destinadas a la educación, el mantenimiento de la paz o la medicina, estas fundaciones rápidamente conocieron una difusión mundial. Acusadas al principio de favorecer la evasión fiscal, las fundaciones también fueron inculpadas de propagar el imperialismo cultural de los Estados Unidos. Al respecto, las investigaciones llevadas a cabo sobre el big three demostraron, entre otras cosas, la influencia de sus miembros en la política exterior de los Estados Unidos. Hoy en día, las fundaciones perduran e incluso, han aumentado sus fondos de operaciones; en 2008, la Fundación Ford disponía, por ejemplo, de más de 11 mil millones de dólares.
A pesar de que esta primera filantropía supo adaptarse a las evoluciones del siglo XX, actualmente se encuentra aventajada por otra generación de fundaciones privadas. Éstas emanan de una aristocracia financiera de formación reciente, compuesta de empresarios que aprovecharon las nuevas tecnologías y la falta de regulación de los mercados: Bill Gates, la familia Walton o Eli Broad son los modelos más emblemáticos. En cuánto a Warren Buffet, éste se comprometió a ceder el trozo más grande de su fortuna a la Fundación Gates durante varios años, a razón de 30 mil millones de dólares aproximadamente. Tal concentración financiera le permitió al ex presidente y director general de Microsoft invertir masivamente en un programa sanitario destinado a los PVD. Recordemos, sin embargo, que la implicación de estos actores filantrópicos en este medio no es una novedad. ¿No fue en los laboratorios de la Fundación Rockefeller que Max Theiler laureado del Premio Nóbel de Medicina en 1951 perfeccionó la vacuna contra la fiebre amarilla en 1937? No obstante, las financiaciones masivas de los Gates durante más de diez años suponen un salto cuantitativo considerable.
1. El capitalismo filantrópico (venture philanthropy). Los nuevos empresarios sociales, como los Gates, racionalizaron el third sector importando las técnicas empresariales de las firmas de capital-riesgo. Esta doctrina se opone a la filantropía tradicional, a la que critica su torpeza burocrática. Al respecto, insiste en la flexibilidad, evaluación y retorno sobre la inversión social.
2. La diplomacia de un actor privado. Desde su creación, la Fundación Gates originó innovaciones mayores en el ámbito sanitario. Aunque las Organizaciones Internacionales y los Estados aún son los principales actores del sector, las contribuciones financieras del gigante filantrópico le permiten llevar a cabo una verdadera diplomacia. Pero este impacto normativo induce efectos sobre las formas y contenidos de las políticas internacionales en materia sanitaria.
El poderoso ascenso de la Fundación Gates no puede explicarse sin tomar en cuenta una nueva postura de la OMS, elaborada durante los años noventa. Frente a las dificultades presupuestales y divisiones internas, la Organización Internacional escogió en ése momento una estrategia de abertura hacia los actores privados, que asociara a las grandes fundaciones con las instituciones internacionales, en el marco de la cooperación público-privado. Pero desde entonces, ésas nuevas sociedades determinaron a escala mundial el sentido y aplicación de los programas sanitarios, especialmente en la lucha contra las enfermedades infecciosas. Por su lado, la Fundación Gates se mostró omnipresente en el centro de estos organismos, participando en el Fondo Mundial De lucha contra el SIDA, la tuberculosis y la malaria. También jugó un papel decisivo en la creación de la GAVI (Global Alliance for Vaccines and Immunization), atribuyéndole una donación de 750 millones de dólares. Sin embargo, la inversión de los Gates no se reduce a la participación financiera ya que sus expertos residen en los Comités de Directores de Cooperación. Además, la Fundación sostuvo la puesta en marcha de nuevos mecanismos financieros como el IFFI (International Finance Facility for Immunization), capaces de llamar la atención de la industria farmacéutica sobre la investigación de nuevas vacunas.
La estrategia sanitaria promovida por Bill Gates radica en la inmunización general a favor de los PVD, solución que es considerada como rentable y eficaz. Con esto, el ex director de Microsoft vuelve a lanzar iniciativas que ya habían fracasado anteriormente cuando, en el 2008, incluso se refirió a una posible erradicación de la malaria. En este sentido, esta posición fue criticada por ser demasiado conservadora, según los especialistas de la salud pública y del desarrollo, que la tildan de ideología técnica. Para ellos, ésta visión vertical omitiría los aspectos políticos y socio-económicos de las realidades locales. A esto hay que sumarle que ciertas personalidades científicas se inquietan a causa de la influencia de un actor privado capaz de imponer hasta tal punto sus prioridades. El director del Programa de Lucha contra el paludismo de la OMS se quejó así, en el 2007, de la presión ejercida por la Fundación Gates para la aceptación del controvertido programa IPT (Intermittent Preventive Therapy). De manera general, la incursión del gigante filantrópico en la gobernanza sanitaria mundial amenaza con transformar las políticas nacionales de la salud en los PVD. En lo que a esto concierne, semejante apuesta por la vacunación tiene consecuencias innegables ya que puede provocar un desequilibrio en la oferta sanitaria, nocivo por ejemplo para los cuidados obstétricos y nutricionales, que son menos mediáticos.
Si bien los aportes financieros de la Fundación Gates son cumplimentados por bastantes observadores, también suscitan algunas de las mismas reservas que ya fueron dirigidas a las organizaciones creadas, en su tiempo, por Rockefeller y Ford. Dentro de esta misma lógica, el discurso tecnológico y empresarial del capitalismo filantrópico podría disimular un nuevo despliegue del soft power norteamericano. Sin ensalzar a los Gates ni sus intenciones, es necesario recalcar que su contribución favoreció la cooperación público-privado, además de los mecanismos híbridos de financiación. Pero éste dispositivo forma una nueva legitimación del mercado.
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