Por Florent Bédécarrats
Traducción : Daniel Del Castillo
Passage au crible n°8
FOROLAC (Foro Latinoamericano y del Caribe de Finanzas Rurales) agrupa aproximadamente 350 IMF (Instituciones de Microfinanzas) al servicio de más de 2,5 millones de usuarios de este continente. En estrecha colaboración con el gobierno de Brasil, FOROLAC organizó en diciembre de 2009 un seminario sobre el tema siguiente: Agriculturas familiares, soberanía alimentaria y sistemas financieros rurales: desafíos y oportunidades frente a la crisis. Este evento internacional reunió a 600 participantes que representaron a la vez ONGs, movimientos sociales, gobiernos, bancos públicos, cooperativas y empresas privadas.
> Contexto histórico
> Marco teórico
> Análisis
> Referencias
Después del fin de la Segunda Guerra Mundial y las independencias, la mayoría de los Estados del Sur establecieron bancos públicos para financiar su desarrollo. Sin embargo, estos establecimientos padecieron numerosas disfunciones y usos clientelares. Obligando a los gobiernos a recapitalizarlos regularmente, contribuyeron al agravamiento de los déficits y al endeudamiento de los Países En Desarrollo. Con la crisis financiera de 1982, las IFI (Instituciones Financieras Internacionales) prestamistas en último recurso debieron auxiliar a los Estados deudores, imponiendo una serie de condiciones. Debieron, en particular, exigir la liberación de los sistemas financieros, reducción de los gastos públicos y desmantelamiento de los bancos de desarrollo.
Las microfinanzas se expandieron enseguida en el espacio social, omitido en las políticas de ajuste estructural. Su puesta en marcha fue progresivamente concentrada en manos de organizaciones especializadas que diversificaron sus ofertas, proponiendo servicios de ahorro o de seguros, tanto como transferencias nacionales e internacionales. Desde mediados de los años noventa, los grandes capitalistas internacionales que sostenían el sector se enfocaron en su porvenir financiero. Ordenaron a las IMF recuperar sus costos, y además producir beneficios, con el fin de apoderarse de las subvenciones y atraer los fondos privados. Se observó entonces un crecimiento en la cantidad de ONG microfinancieras que se transformaron en Sociedades Anónimas o incluso en bancos; al mismo tiempo que, las cooperativas de ahorro y crédito fueron dejadas a un lado.
Este modelo fue consagrado en 2006 con la atribución del Premio Nóbel de Paz a Mohamad Yunus y Grameen Bank, después con otras muchas distinciones internacionales. En términos de imagen, esta aura simbólica aumentó sin embargo el riesgo al que están expuestas las microfinanzas. Además, las críticas se multiplicaron, avivadas por prácticas abusivas y beneficios escandalosos realizados por ciertas IMF. En muchos países de América Latina como Bolivia, Ecuador o Nicaragua , los nuevos gobiernos socialistas adoptaron por ejemplo posturas particularmente hostiles en cuánto a las microfinanzas, buscando nacionalizarlas o reemplazarlas por nuevos bancos públicos.
1. Normas y regulación de las microfinanzas. Defendiendo sus funciones a favor del desarrollo, pero permaneciendo regidas por los mecanismos del mercado, las microfinanzas borran las fronteras entre lo social y comercial, público y privado. Además que, a pesar de haber sido promovidas por actores transnacionales, como ONGs, agencias de desarrollo e inversionistas, las prácticas micro-financieras señalan intrínsecamente lo local. Como toda actividad financiera al por menor, se encuentran frecuentemente administradas y estrechamente reglamentadas sobre el plano nacional. Estos híbridos favorecen una forma de gobernabilidad de las microfinanzas, fundamentada sobre normas cuyos referentes fueron generalmente forjados en los foros internacionales.
2. Privatización de las políticas públicas de desarrollo. Durante las últimas tres décadas, las estrategias de los actores del desarrollo estuvieron marcadas por el paradigma neoliberal. Dentro de este contexto, los Estados fueron incitados por las IFI a relegar sus políticas agrícolas o de financiamiento a jugar un papel de facilitadores, con el fin de reforzar los mercados abiertos, poco regulados y competitivos. En materia de instrumentos, la intervención directa de la administración pública fue juzgada ineficiente y limitada, a beneficio de operadores privados, como las ONG o empresas comerciales.
La crisis financiera y las recientes crisis alimentarias cuestionan el paradigma actual de desarrollo. En materia agrícola, las tensiones no derivan tanto de una falta de producción mundial, como de la distribución desigual del valor agregado. Sobre este punto, insistamos cuánto la liberalización comercial pone hoy en día en competencia directa a la industria agro con las sociedades campesinas mal capitalizadas (41% de la población mundial). En estas condiciones, los precios internacionales están fijados al nivel de la rentabilidad del 15% de los productores que registran los mejores rendimientos. Pero esta asimetría conlleva a un empobrecimiento de las poblaciones rurales, que representan el 75% de los mal nutridos del mundo. Dicho de otra manera, ahora que la FAO (Food and Agriculture Organization of the United Nations), el FIDA (Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola), e incluso el Banco Mundial, ponen en el centro de las prioridades de desarrollo al sector agrícola, la controversia aumenta entre los defensores de un incremento del modelo agro-industrial y los partidarios de una nueva valorización de las agriculturas familiares. Ahora bien, los gobiernos socialistas latinoamericanos, que conquistaron el poder gracias al apoyo de los movimientos populares campesinos, tienen tendencia a favorecer esta segunda alternativa.
Por otro lado, las microfinanzas presentan dificultades para llegar hasta los pequeños productores, expuestos a importantes riesgos. En efecto, éstos últimos no disponen generalmente de garantía alguna ya que no están beneficiados por ingresos regulares ni suficientemente sustanciosos, cómo para soportar las tasas de interés estructuralmente elevadas de las IMF. Por todas estas razones, las microfinanzas se concentraron generalmente en los medios urbanos, financiando particularmente las actividades micro de comercio y servicios practicados por los desplazados del éxodo rural. Este fracaso del mercado en asegurar el desarrollo rural, cuestiona la imagen generalmente mediatizada de las microfinanzas, además que alimenta el discurso de los gobiernos socialistas, que frecuentemente amenazan con tomar el control de las IMF y obligarlas a reducir drásticamente sus tasas de interés.
Por su parte, las IMF fortalecen varias asociaciones corporativas, que obedecen a estrategias diversas. Las más comerciales insisten, por ejemplo, en asegurar su reconocimiento jurídico y obtener apoyo en el ámbito de las instituciones internacionales o de los actores económicos determinantes. En cuánto a las organizaciones más sociales y rurales agrupadas en el marco de FOROLAC, esperan aumentar su legitimidad aproximándose a las organizaciones campesinas. Para lograr esto, desarrollan programas rurales o agrícolas y buscan establecer alianzas con los bancos públicos de desarrollo. En efecto, como a menudo aparece una tensión en las relaciones entre las IMF y los gobiernos, se trata en este caso, de lograr un acercamiento con el gobierno de Lula a fin de crear un precedente y proponer un modelo de referencia.
Guérin Isabelle, Lapenu Cécile, Doligez François (Éd.), La Microfinance est-elle socialement responsable?, Revista Tiers-Monde, (197), En.-Mar. 2009.
Mazoyer Marcel, Roudart Laurence, La Fracture agricole et alimentaire mondiale: nourrir l´humanité aujourd´hui et demain, París, Ediciones Universalis, 2006.
Trivelli Carolina, Venero Hildegardi, Banca de desarrollo para el agro: experiencias en curso en América Latina, Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 2007.